Doctores tiene la Iglesia. Más si cabe una tan laica como la NBA. Cada nuevo habitante de la burbuja de Orlando lleva su reciente empadronamiento como puede. Quien menos, tendrá que permanecer allí hasta la primera quincena de agosto; y los que más, tocarán el mes de octubre. Por eso, planifican su tiempo de la manera más inteligente, sana y ociosa que encuentran.
Los hay que se lo toman como un campamento de verano. De aquellos que rebosan hormonas en órbita cambiante y pocos años de experiencia vital. “Es muy similar, seguro. Cuando vas escaleras abajo siempre ves a alguien, es un poco random. Como la otra noche, que yo y (Jayson Tatum) estábamos yendo a coger algo de comida y vimos a LeBron (James) andando, a J.R. (Smith), Jared Dudley y Kyle (Kuzma). Es extraño. Muy extraño ver a Bron andando por ahí a su bola”, podía declarar Kemba Walker, base de los Boston Celtics, y se hizo eco Ethan Strauss (The Athletic).
Acostumbrado a ver a James con un séquito de no menos de cinco a diez personas, ahora le parece hasta de la misma especie que el resto. Natural que alucine Kemba.
También se cree en un campamento pre-universidad Donovan Mitchell. “Honestamente, para mí es como un torneo AAU, excepto por la parte de la cuarentena. He estado relajándome, estudiando vídeos y asegurándome de que puedo comer tan bien como puedo teniendo en cuenta el tema de la nutrición. Porque hay tentaciones con el tema de los snacks, claro que sí”.
Imaginemos la jugada: un resort atestado de comida rápida, fácil e insalubre; y carrocerías humanas por encima de los cien kilos tratando de calmar el hambre entre horas y el aburrimiento con lo que sea. Las máquinas expendedoras —los vending— podrían tener un consumo faraónico estos días.