Los Angeles Lakers han comenzado ganando 10 de sus primeros 17 encuentros bajo el mando de J.J. Redick. El flamante nuevo técnico angelino, exjugador y fugaz estrella de la comunicación, ha levantado el ánimo de la parroquia oro y púrpura en este inicio. Especialmente marcado por el 3-0 con el que arrancó y la sensación de que el equipo había roto con las cadenas que le encorsetaban estos tres últimos cursos con Darvin Ham y Frank Vogel en el banquillo.
El entorno mediático de una de las franquicias insignia de la competición no perdona y, después de tres derrotas seguidas la luna de miel que vivía el equipo amenaza con diluirse. Con todo y con ello, las impresiones con el conjunto angelino son, por lo general, positivas:
- Redick habla como un líder nato que basa su éxito en tener enchufados a sus jugadores y hace por demostrar que esto es parte activa de su plan.
- No le tiembla el pulso para señalar a jugadores sobre la marcha como han sido los casos de D’Angelo Russell y Max Christie en estas semanas.
- La pizarra ha puesto al fin a Anthony Davis en el centro de todo para que sea el líder del equipo.
- Esto mismo ayuda a que LeBron James pueda dosificarse ofensivamente durante los propios partidos, algo que históricamente ha significado una rémora para los equipos del alero, siempre dependientes de su estancia y ascendencia sobre el juego.
- Austin Reaves juega más liberado que nunca como base puro y está en el mejor y más consistente nivel de carrera.
- Dalton Knecht insufla de ilusión a la afición por contar con el anhelado tirador puro por el que suplicaban con el aliciente que siempre da protagonizar un posible ‘robo’ del Draft.
¿Cómo estaban hace un año los Lakers?
Siendo todo esto cierto, que pese más en el análisis del equipo (o al menos así ha sido hasta ahora) es una cuestión de percepción. Seguramente inducida por el carisma de Redick y el idioma gestual del equipo. Quizás también porque la clasificación del Oeste aún no se ha asentado y los Lakers están sextos a solo medio partido del cuarto puesto. Sin embargo, la realidad es que en sus primeros 17 partidos de la temporada 2023-24, Darvin Ham tenía al equipo con exactamente el mismo récord , séptimos de conferencia e invictos en la Copa NBA. Condición que el equipo perdió ayer ante los Phoenix Suns.
Aquel equipo, además, venía de colarse en unas finales de conferencia que a Ham no le sirvieron para ganar excesivo crédito. Rápido se volvieron a afear sus rotaciones y aparente poco peso en la pizarra. Los Lakers finalizaron el año campeones del In-Season Tournament con quizás la mejor defensa que ha exhibido el conjunto angelino desde el año de su último campeonato. Lo cual llenó de elogios a Anthony Davis y a LeBron James, pero no procuró palabras grandilocuentes por Ham. La caída que sucedió a dicho éxito en enero acabó por estigmatizar definitivamente al técnico.
Es muy difícil que un personaje como Redick genere ese ambiente tan rápido. Sobre todo porque es sencillo ver que nadie es dueño de este equipo más que él, lo que complica designarle como una marioneta de James, calificativo que han sufrido en mayor o menor medida todos sus técnicos. Pero el estatus no es eterno por mucho que a uno le pongan buena cara allá donde vaya.
La situación de los Lakers es preocupante. Primero, porque el grupo ha vuelto a entrar en la dichosa costumbre de negociar con la intensidad. Especialmente en defensa. Son un equipo que regala los cambios defensivos, que no tiene piernas ni tesón en la transición defensiva y que no goza de herramientas para morder en líneas de pase. En este último tramo a Anthony Davis se le ha visto sobrepasado por la situación. Y es que si antes siempre tenía un instante para dominar desde atrás aunque la defensa hiciese aguas, hoy hay demasiadas fugas que achicar. Empezando por la de LeBron James, de esfuerzo mohíno en defensa durante la mayoría de este arranque.
SUNS' TRIO LEADS THE WAY 👌
— NBA (@NBA) November 27, 2024
Booker: 26 PTS, 10 AST
Durant: 23 PTS, 6 REB
Beal: 23 PTS, 3 3PM
Phoenix moves to 2-1 in the #EmiratesNBACup 🏆 pic.twitter.com/2wzm9dRmLr
Segunda partes nunca fueron buenas
El otro gran quebradero de cabeza debería ser la actitud. Especialmente tras el paso por vestuarios al descanso. La NBA está viviendo un aumento de remontadas sin precedentes en la historia de la liga. De equipos que sestean en los primeros tiempos para subir marchas y recuperar el terreno perdido en un abrir y cerrar de ojos a la salida del túnel. Los Lakers, para su desgracia, están en el otro lado de la ecuación.
Los Lakers acumulan cinco segundas partes de las últimas seis. Cuatro de las cuales se habían ido dominando en el marcador al descanso. Los datos en la estadística del +/- son muy transparentes:
Empieza también a ser preocupante cómo sale el equipo de vestuarios tras el descanso. Últimos cinco partidos:
— David Sánchez (@sanchezoide) November 27, 2024
Primeras partes: +2.8
Terceros cuartos: -5.0 (hoy -18)
Últimos cuartos: -6.2
Y, sobre todo, recibiendo 62.2 puntos de media en las segundas partes de este tramo.
Esos 62,2 puntos recibidos serían el peor dato de la liga hablando tanto de segundas partes como de las primeras (por lo general de mayor anotación). Durante los últimos cinco encuentros el equipo pasa de recibir 110,7 puntos por cada cien posesiones en los primeros tiempos a 129,6 en los segundos. O lo que es lo mismo. Pasa de ser una de las diez mejores defensas de la liga a la peor por un amplio margen.
Lo preocupante, y a la vez el alivio, es que el análisis ocular arroja que un problema relacionado con la falta de intensidad, aplomo y plan defensivo. Es decir, que las piezas de las que goza el conjunto dan para más de lo que se está viendo. Aunque aquí entre en juego la gestión de esfuerzos dentro de y entre partidos. Redick ha iniciado con la narrativa de su parte y esto da cierto colchón para equivocarse y reajustar por el camino sin sentir al ente mediático en el cogote. Pero hay tanto trabajo que hacer como hace un año cuando en el banquillo estaba ese mártir llamado Darvin Ham.
(Fotografía de portada de Sean M. Haffey/Getty Images)