Los Bucks: un candidato entre las sombras

Poca discusión existe a estas alturas. En Milwaukee han confeccionado un proyecto que aspira a devolver el campeonato a sus seguidores casi medio siglo después. La declaración de intenciones fue redactada la pasada temporada y confirmada en esta por un equipo en ritmo de alcanzar las 70 victorias en regular season. Mientras, su gran líder, Giannis Antetokounmpo, camina con paso firme hacia su segundo premio consecutivo al MVP. Llegar a cualquier otra conclusión a estas alturas de la película requiere un gran esfuerzo: los Bucks son los grandes favoritos para conquistar el título de la NBA. Creer en ellos es aceptar la realidad por sí misma, no absoluta pero si esclarecedora.

Hasta el momento se han deshecho de sus rivales de una manera tan convincente y abusiva que se han permitido prescindir de los servicios de Antetokounmpo durante muchos últimos cuartos. El griego apenas promedia 30 minutos por velada y, al cierre de estas líneas, hay hasta cien jugadores que disputan más minutos que él en el último parcial. La premisa es sencilla: destruir al oponente lo antes posible para poder así dar descanso a su máxima estrella. Así, en trece de sus 38 victorias han alcanzado diferencias iguales o superiores a los veinte puntos y 23 de ellas se han saldado con al menos diez tantos de ventaja. Mike Budenholzer ha sido capaz de crear una auténtica máquina trituradora de alto rendimiento que produce igual de bien en ataque (segundo más eficiente de la liga) como en defensa (mejor defensive rating de toda la NBA) a un ritmo fulgurante e inabarcable para sus rivales. Una simbiosis que alcanzó su clímax el pasado 6 de diciembre, cuando fulminaron a unos Clippers que perdieron de 28 puntos pese a contar con Kawhi Leonard y Paul George.

Un carácter dominante que sigue sin ser suficiente para captar toda la admiración y el seguimiento merecidos. El foco de atención se mantiene en la ciudad de Los Ángeles y la gran competitividad existente en la zona noble de la Conferencia Este han mantenido la euforia de los Bucks en una especie de letargo contenido. Existen numerosas teorías convincentes sobre por qué los Bucks, con un registro de 38-6, no han captado realmente la atención del mundo del baloncesto. Quizá la siguiente sea la más compartida por todas: el resultado natural de un equipo muy poderoso que es, a su vez, prosaico y previsible. Pero no por ello ineficaz, pues la incógnita alrededor de la ecuación propuesta por Antetokounmpo sigue sin ser resuelta. Desde la semana de apertura de la temporada, los Bucks han perdido solo cuatro partidos con el griego en pista: uno ante los Jazz tras aquel triple de Bogdanovic mal defendido por Middleton, otros dos contra Mavericks y 76ers (ambos sin Bledsoe) y el último, el reciente varapalo ante San Antonio.

Porque son los Bucks los que establecen la normativa a seguir en cada partido. Ningún otro equipo es capaz de cerrar la pintura como lo hacen los de Budenholzer. La primera línea defensiva la marcan jugadores como Bledsoe, Middleton, Hill o Matthews. Superada esta, la figura de Brook López irrumpe en la zona mientras Antetokounmpo se mantiene atento a las líneas de pase o la estrella rival. De hecho, el quinteto formado por López, Antetokounmpo, Matthews, Middleton y Bledsoe presenta el mejor defensive rating de toda la NBA entre aquellos que han compartido en pista al menos 200 minutos.

Mientras tanto, los Bucks construyen sobre esta muralla uno de los ataques más sólidos y potentes de la NBA, el cual gira ineludiblemente sobre la figura de Antetokounmpo. Tan solo dos jugadores de la liga han demostrado de manera regular poder poner en aprietos al internacional griego (Joel Embiid y Kawhi Leonard). Frenarlo en transición es prácticamente imposible y apoya su descomunal físico sobre un demoledor primer paso que convierte cualquier marca recibida en un mismatch constante. Además, el desarrollo de un lanzamiento exterior fiable ha desmantelado por completo la medida de contención propuesta hasta el momento. De nada sirve ya congestionar la zona ahora que el triple se ha convertido en un arma más de su inmenso arsenal. Con ello se abren las defensas y, por consiguiente, un mayor número de vías de acceso para las constantes embestidas del MVP de 2019. Del mismo modo, los sucesos ajustes defensivos que vayan protagonizando los equipos con el fin de limitar producción terminarán por convertirse en un paradigma constante al que hacer frente y que marcarán su éxito dentro de la competición.

Es solo cuestión de tiempo para Antetokounmpo y sus Bucks, como ya lo fue para LeBron James antes que él. Reinventarse o morir. Evolucionar o claudicar. Giannis ha debido aprender la dolorosa lección de los playoffs de 2019. Un tropiezo (unido a la decepción del Mundial) que ha desencadenado la construcción de una versión aún mejor de sí mismo. A su alrededor, un núcleo de jugadores que encajan perfectamente con su figura y la filosofía propuesta: defender, cerrar el rebote, correr el contraataque y tirar. La posicionalidad es una construcción líquida en Milwaukee, donde la estabilidad y homogeneidad del roster presentan la solidez y el valor necesario para marcar el camino del grupo durante el asalto al campeonato.

Por supuesto, no existe ninguna certeza en todo esto, tan solo probabilidades. En el Oeste, Lakers y Clippers son los principales contenders seguidos por un grupo reducido de franquicias que aspiran al mismo pedazo del pastel. En el Este, los 76ers se presentan como la auténtica némesis para los Bucks, con un equipo diseñado para combatir su dinámico y poderoso estilo de juego. Sin embargo, muchas voces, datos y sensaciones sugieren que en Milwaukee disponen de la estrella y los complementos necesarios para inclinar la balanza a su favor. Y, en esta ocasión, parecen ir verdaderamente en serio.

(Fotografía de portada de Stacy Revere/Getty Images)


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