Dos veces es casualidad, tres tentar a la suerte, cuatro chiripa máxima… pero cuando ocurre una vez, y otra, y otra, y otra… hay que empezar a buscarle otro nombre. No es exactamente un patrón, porque cada año ocurre de forma distinta. Pero de un modo u otro, salido de la Green Room o de las minas de cal, termina ocurriendo. ‘El hallazgo’ a precio de costo.
En 2018 fue Duncan Robinson, undrafted a quien los Miami Heat echaron el ojo en el training camp para erigirse en el primer prospect de la División III que jugaba en la NBA desde que lo hiciera Devean George en 1999, convirtiéndose en uno de las mayores amenazas en catch and shoot de todo el circuito.
2019, turno de Tyler Herro y Gabe Vincent, un pick 13 del Draft que tres años después ganaba el premio a Mejor Sexto Hombre, y un undrafted de 2018 que rescataron de la G League para firmarle un contrato dual y que cerró el pasado curso como una de las grandes sensaciones de los playoffs, alcanzando las Finales de la NBA.
2020, otro undrafted de 2018. Max Struss venía de ser el descarte de Celtics y Bulls, pero algo detectaron en Florida que tan pronto le garantizaron un contrato lo incluyeron como parte de la rotación; un año después, despuntaba como otro estupendo complemento en spot up, logrando así que los Cavaliers, al término de la 22/23, le firmaran el contrato de su vida (4 años y 63 millones).
En 2021… sí, lo habéis adivinado. Undrafted de 2018. Turno de Haywood Highsmith, escolta que andaba dando tumbos entre Italia y la G League y a quien los Heat pusieron a prueba con varios contratos de 10 días hasta considerarlo lo bastante sólido para ingresar definitivamente a filas y ser una buena pieza de rotación por 1,3 millones de dólares al año.
El 15 de febrero de 2022 fue el día de la firma de Caleb Martin, (undrafted de 2019) forward a quien los Charlotte Hornets habían cerrado las puertas tras dos temporadas insípidas, con envíos constantes al filial y siendo definitivamente cortado. En Miami encuentra su hueco y, al igual que Vincent, se marca unos playoffs 2023 de escándalo, ganándose una renovación con los Heat de 3 años y 20 millones de dólares.
De la posterior promoción de 2022, los Heat sacaron del agua varios nombres sobre los que aún es pronto para sentenciar sí van a ser rentables o no: Nikola Jovic (pick 27º) Orlando Robinson (undrafted), Jamal Cain (undrafted). Toca esperar.
Quien no se ha hecho esperar –pero para nada– es su apuesta de este último Draft 2023, y eso era exactamente lo que pretendía la oficina de Andy Elisburg al invertir su elección 18º en Jaime Jáquez Jr. Un senior de UCLA que había completado el ciclo universitario y está a punto de cumplir los 23 años.
‘Triple J’, el hype que no vende
Según informes de Kevin O’Connor, periodista de The Ringer, nadie con un pick superior al de los Heat había contactado con el mexicano para sondearle; en otras palabras, el 16º era el puesto más alto en el que Jáquez Jr. iba a salir elegido en el mejor caso. El resto de mock drafts daban al alero un lugar en las postrimerías de la primera ronda, y es que a pesar de haber terminado el curso como uno de los jugadores más versátiles de la Pac-12 en lenguaje two-way, todos conocemos la obsesión entre los scoutings por ese concepto tan del oficio: ‘el potencial’.
A su edad, el margen Jáquez Jr. para ‘romper’ en un jugador maravilla es inferior al de un freshman que acaba de ingresar en la universidad o firmar por la Ignite procedente del instituto. «Tocando el techo con la coronilla y un tiro insuficiente para marcar las diferencias en la NBA»; así describían al alero de UCLA los informes en cuanto su lado más receloso y motivos para hacerle caer puestos en el Draft.
Ahora mismo no podemos saber si el nuevo jugador de los Heat tiene por techo un par de folios o un bloque de hormigón; si nos está regalando ya la mejor versión de la que va a ser capaz o le quedan más fases ocultas de Super Saiyan. Lo que sí podemos afirmar es que tras cuatro meses de fiesta en el coffee shop de los adultos, su rendimiento lo coloca, junto a Víctor Wembanayma y Chet Holmgrem, en la pelea por el Rookie del Año.
«No me sorprende», dice su ex técnico en UCLA, Mike Cronin, sobre su desvirgue en el circuito. «Traté de darle confianza, le dije que había dado los pasos correctos para que su juego fuese evolucionando hasta estar preparado. No se parece a ningún otro novato. Estaba listo para jugar desde el primer día».
«Jugar cuatro años en UCLA y al mando de Cronin me ha servido para aprender a ganar y a jugar de la manera correcta, mejorando mi toma de decisiones», atestiguaba el rookie.
Por Krysten Peek, analista de Drafts de de Yahoo! Sports, sabemos que Erik Spolestra dedicó parte de su mes de junio a empaparse del perfil de jugador que era Jáquez, consumiendo vídeos de su periplo universitario y corroborando, para su contento, lo bien que había aprovechado esos cuatro años de NCAA para pulir su juego, liderar la ofensiva (con y sin balón) y, en esencia, entender los entresijos de la pizarra en sus recovecos y peculiaridades.
Mes a mes: más y mejor
“No quería llegar con ideas preconcebidas, pero obviamente, después de pasar tiempo con él durante el verano, se podía ver que tenía un nivel diferente de experiencia y entusiasmo. Es de esperar cuando juegas cuatro años de baloncesto universitario de alto nivel y muchas eliminatorias en las que se dependía de que él jugara bien para ganar», comentaba Spoelstra hace un par de semanas, halagándolo.
Y fuese o no parte del plan de nuestro curtido head coach al programar su plantilla en temporada baja, lo cierto es que el peso del novato no hace sino aumentar conforme pasan los meses.

En octubre fueron 17 minutos de media, en noviembre saltó hasta los 29, y desde diciembre no baja de los 33. Y no sólo eso, pues desde su exhibición en el Día de Navidad (31 puntos, 10 rebotes y victoria ante los 76ers), ser parte del quinteto inicial se ha convertido en lo habitual. Por StatMuse, Jáquez Jr. promedia 15,6 puntos, 4,5 rebotes y 2,7 asistencias en 15 partidos como titular.
Ver al ex de los Bruins desenvolverse en ataque es presenciar a un jugador multifactorial, de recursos generosos y que, sin un físico apabullante, utiliza su cuerpo (1,98) de forma eficaz. Un alero muy completo que identifica el espacio, ataca el missmach y amortiza la ocasión. Su partido de hace sólo tres días contra los Orlando Magic, donde fue autor de 19 puntos con un carro de 8 de 16, es una buena muestra de su variopinta forma de anotar y entender su arrojo… incluso cuando falla.
Con un 51,3% de acierto en tiros de campo para alguien que lanza más de diez veces por encuentro, Spo disfruta de un maravilloso comodín ofensivo que no sólo aligera la carga de Butler, Herro y Adebayo, sino que además es de los que no vacila en dar un paso al frente y tomar galones en tramos de necesidad, gracias a una confianza y osadía en ataque que no decae. Incluso su lunar NCAA, el tiro de tres (desde el cual no se prodiga demasiado) donde orbitaba el 32%, está ahora en un más que solvente 35,3% en tres intentos por noche de partido.
Su impacto en defensa no es todavía el que exhibía en la universidad, pero con 1,1 robos por duelo ya hace notar uno de sus sellos personales: el instinto para anticiparse a las líneas rivales de pase. Sólo el cúmulo de minutos y experiencia le irán acercando de forma natural a todo lo demás que le hace fuerte en este lado de la cancha: las ayudas, el 1vs1, la inmunidad al missmach en 4 de las 5 posiciones y el achique de espacios, virtudes todas estas largamente probadas en UCLA y que con total certeza será capaz de trasladar a la NBA (quizás no tanto lo de taponar desde el lado débil, algo que también solía hacer).
En el ranking Hoopsphye del pasado 11 de enero no han dudado a la hora de incluirlo entre los 25 jugadores de menos de 25 años con más proyección de la NBA, situándolo en el puesto 20 (quizás ponerlo delante de Herro es algo excesivo).
Y es que la cultura de Miami Heat con rookies y underdogs, conversación en la que todo son halagos (vale la pena esta pequeña pieza al respecto de Andrew Lopez para ESPN) no pone a ‘Triple J’ sino en el contexto ideal para, sin temor al fracaso, destapar todo el potencial que, a sus 22, aún le late dentro.
(Fotografía de portada de Jamie Squire/Getty Images)