Los jugadores más rentables de la NBA 2018-19

Como en cualquier mercado, en el de fichajes de la NBA se encuentran productos de todo tipo: desde precios desorbitados, hasta auténticos chollos que conviene no dejar escapar. Hoy nos centraremos en estos últimos, haciendo un repaso a los jugadores cuya relación rendimiento-salario resulta más rentable para sus equipos.

Antes de comenzar, es necesario comentar que, dado que el concepto de rentabilidad resulta bastante amplio, hay muchas formas posibles de enfocar esta lista. En este caso concreto, no entraremos en jugadores con rol de superestrella que no cobran como tal, como podría ser el caso de Kemba Walker, sino en aquellos que suponen un gasto prácticamente anecdótico para sus franquicias (teniendo en cuenta las millonadas que mueve la Liga) y aún así tienen una aportación capital en las mismas.

Por último, cabe destacar que se han obviado aquellos jugadores bajo contratos de rookie, pues su remuneración viene marcada por las normas de la propia NBA. Para dar algún orden a la lista, comenzaremos por los jugadores con un salario más alto de entre los seleccionados.

J.J. Barea

La lista arranca con el base puertorriqueño, que por 3,7 millones de dólares se encarga de liderar la segunda unidad de los Mavericks y aportar un contrapunto de madurez a uno de los backcourts con más potencial de la NBA. Barea está promediando 10,3 puntos y 5,4 asistencias en menos de 20 minutos, y su coherencia y seguridad en labores de dirección es siempre intachable. Nunca ha sido un jugador propenso a exigir grandes cifras, pero eso no resta productividad a su actual contrato.

Pese a su veteranía, Barea logra revitalizar el ataque de Dallas con cada presencia en pista. Es el jugar que imprime un ritmo más alto al juego de los texanos, el que les hace más eficientes en ataque (111,4 de offensive rating), y el tercero con mayor impacto en defensa (101,9 de defensive rating). En general, hace crecer al equipo en prácticamente todos los sentidos. ¿Se le puede pedir más?

Brook Lopez

Cuando se oficializó su llegada a Milwaukee a cambio de 3,3 millones de dólares ya se intuía que los Bucks habían hecho un buen negocio, pero era difícil imaginar que la unión fuera a salir tan bien. Sus virtudes estaban tan claras como sus defectos, pero Mike Budenholzer ha sabido potenciar las primeras y ocultar los segundos para hacer del pívot una pieza fundamental en uno de los mejores equipos de este inicio de curso. De hecho, cuesta imaginar a los de Wisconsin rindiendo de esta forma sin un Brook Lopez a este nivel.

Sus estadísticas son, en algunos casos, una bendita anomalía para Milwaukee. Brook promedia 11,8 puntos y 3,5 rebotes, y es, con 2,8 triples por partido, el noveno jugador de toda la NBA que más anota desde el perímetro. Él, un jugador de 2,13. Ningún otro pívot es capaz de asomar la cabeza entre los 40 primeros puestos.

Pero hay más. Por cada 100 posesiones que Lopez está en cancha, los Bucks anotan 18,9 puntos más que su rival, lo que le convierte en el jugador más diferencial de la NBA en este sentido. Sin duda, un jugador y un sistema hechos el uno para el otro.

Derrick Rose

Quién lo habría dicho. La carrera de Derrick Rose ha dado este año un giro en el que muchos habían dejado de confiar hace tiempo, y se ha convertido en una pieza fundamental para el banquillo de los Timberwolves. El base está jugando su mejor baloncesto desde su lesión en 2012 cuando ya nadie lo esperaba, y su imagen de superación de las adversidades ha hecho de él uno de los iconos de este inicio de campeonato.

Con 19 puntos y 4,7 asistencias por partido, solo Karl-Anthony Towns anota más que él en toda la plantilla de Minnesota. Su offensive rating (112,1) es notablemente superior al de cualquier otro jugador de los de Thibodeau, y la posibilidad de que pueda ser Mejor Sexto Hombre del año se baraja cada vez de forma más seria. Y todo por 2,4 millones de dólares. Historias de las de no creer.

JaVale McGee

Salió de los Warriors hecho un jugador prácticamente nuevo, y ahora son los Lakers quienes, por el módico precio de 2,39 millones al año, se aprovechan de ello. McGee está jugando en Los Ángeles el mejor año de su carrera: anota más que nunca (13,4), asiste más que nunca pese a no destacar especialmente en esta faceta (1,1), y tapona más que nunca (2,6), aspecto en el que es el cuarto mejor de la NBA. Además, está capturando 6,6 rebotes por encuentro, y transmite la sensación de estar en una forma física desconocida en él.

Es cierto que no tiene demasiada competencia en su puesto, pero el rol que desempeña es fundamental. De hecho, la estadística avanzada le reconoce como el segundo jugador con más impacto estimado del equipo, solo superado, cómo no, por LeBron James. Palabras mayores, sobre todo para un jugador que hace varias temporadas parecía tener más opciones de triunfar como meme que sobre el parqué.

Shelvin Mack

Una de esas subidas de rendimiento más inesperadas es la protagonizada por Shelvin Mack. En su octava temporada en la NBA, el de los Grizzlies se ha destapado como un jugador capaz de dar un soplo de aire fresco a nivel ofensivo, y actualmente lidera una de las segundas unidades más necesitadas de puntos del campeonato. Aunque los de Memphis viven principalmente de su defensa, el escolta es uno de los responsables de que su ataque en estático siga siendo una amenaza para los rivales.

Tras un periplo por la Liga que le había hecho pasar por cinco franquicias, los de Tennessee le dieron este verano la oportunidad de unirse a ellos a cambio de 2 millones de dólares, y el resultado supera con creces las expectativas. Con 10,3 puntos por partido, Mack está anotando más que nunca, y se ha convertido en un tirador realmente eficiente capaz de convertir el 45,8% de sus triples en casi tres intentos por partido. En resumen, un gran acierto de los Grizzlies.

Spencer Dinwiddie

Lleva siendo un chollo absoluto para los Nets varias temporadas, pero no por ello deja de ser digno de mención. Pese a que este año ha pasado a ocupar el rol de sexto hombre, está  viviendo la temporada más anotadora de su carrera con 14,9 puntos por partido, y ha demostrado además ser un jugador resolutivo en los compases finales. Y todo ello por 1,6 millones.

Tras tres temporadas con un contrato que no se ajusta ni de lejos a su rendimiento, este verano le tocará por fin firmar su primera gran cifra en la NBA. Tendrá, por descontado, muchos pretendientes, pero también una mayor responsabilidad. Habrá que ver cómo es capaz de gestionarla.

Pat Connaughton

Los Bucks repiten presencia con un jugador que llegó sin levantar la menor expectativa y que se ha convertido en una pieza clave en la rotación de Budenholzer. Aunque sus promedios, 6,9 puntos y 4,4 asistencias, no son especialmente llamativos, se ha ido ganando cada vez más minutos gracias al impulso físico y anímico que aporta su entrada en pista, y es ya parte fundamental de la segunda unidad. De hecho, de los jugadores habituales en Milwaukee, Connaughton es el que mejor impacto defensivo tiene en la pista (99,4 de defensive rating).

Pero su aportación no se basa solo en la defensa. Sin demandar demasiado en ataque, el escolta ha encajado a la perfección en los de Wisconsin gracias a su buen tiro de tres, su movimiento sin balón, y su cuidado del mismo (4 asistencias por cada pérdida). Cuando firmó por los Bucks por 1,6 millones parecía estar ante su última oportunidad para hacerse un hueco en la NBA, y desde luego la está aprovechando con creces.

Rodney McGruder

Los Heat apostaron por él en 2016, y, cuando parecía que sus apariciones acabarían siendo más bien residuales, explotó. El escolta está firmando, con bastante diferencia además, la mejor temporada de su carrera, promediando 12,9 puntos y 5,3 rebotes que le han convertido en un fijo en el quinteto de Spoelstra, en el que es, junto a Josh Richardson, el tirador más eficiente.

Todo esto está ocurriendo bajo el contrato que firmó hace más de dos años, que establecía que esta temporada cobraría 1,55 millones y que será agente libre restringido el próximo verano. Haber tenido paciencia está dando réditos a los de Florida, que ven en él una de las pocas buenas noticias de este inicio de campaña.

Antonio Blakeney

Su gran paso por la G League le valió su primer contrato en la Liga con un discreto salario de 1,35 millones, y está sabiendo aprovecharlo. Blakeney está demostrando en Chicago que puede mantener en la NBA las virtudes anotadoras que ya exhibió en la liga de desarrollo, y con 11,5 puntos de media en apenas 19 minutos se ha consagrado como un anotador realmente eficiente. Sus porcentajes, superiores al 45% tanto en tiros de dos como en triples, refuerzan esta idea.

El contrato de Blakeney puede ser más rentable incluso, pues seguirá vinculado a los Bulls la temporada que viene por un precio muy bajo y será agente libre restringido en 2020. A sus 22 años, su potencial es aún considerable, por lo que es posible que los 1,5 millones que reciba el próximo curso sean un chollo aún mayor.

Monte Morris

Al igual que Blakeney, su buen hacer en la G-League le abrió las puertas de la NBA, en su caso en los Denver Nuggets, y está sabiendo aprovechar la ocasión desde muy temprano. Morris ha hecho gala de su capacidad para rendir en los dos lados de la pista, convirtiendo 9,1 puntos por partido y aportando un plus defensivo al equipo siempre que pisa el parqué. Además, ha brillado por su buen cuidado de balón y toma de decisiones, lo que le permite ser el segundo mejor jugador de la Liga en la ratio de asistencias/pérdidas con 6,45.

Morris seguirá vinculado a la franquicia de Colorado hasta 2020, y lo hará con un salario medio de 1,5 millones de media por temporada (el de este año es de 1,35). Si continúa progresando como jugador, la inversión de bajo riesgo que Denver hizo con él se convertirá en una de las más rentables del campeonato.

(Fotografía de portada de Hannah Foslien/Getty Images)


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