La presente temporada dio comienzo hace casi dos meses en New Orleans con una mezcla de esperanza y optimismo, pero también de cierto recelo. Los Pelicans habían completado un esperanzador final de curso 2021-22 que los llevó a poner en serios aprietos a Phoenix Suns en primera ronda de playoffs. No obstante, existían algunas dudas sobre la capacidad de Willie Green para dar continuidad a este fulgurante ascenso, el cual, además, tenía que añadir a la fórmula a un rebelde pero renovado Zion Williamson.
Estas dudas se han disipado alcanzado casi el primer tercio de la temporada. Después de vencer de forma convincente a San Antonio Spurs, Denver Nuggets y Detroit Pistons, los Pelicans suman diez triunfos en los últimos doce partidos, lo que les permite situarse en la primera posición de la Conferencia Oeste. Su récord actual de 16-8 tan solo es superado por Boston Celtics (21-8) y Milwaukee Bucks (18-6), posiblemente los equipos que mejor juego han desplegado hasta el momento y que emergen como grandes candidatos al anillo.
Incluso aquellos que exhibieron su visión más eufórica y entusiasta no podrían haber imaginado a estos Pelicans en la cima del Oeste tras una muestra de partidos tan amplia. Ahora, el debate no señala al potencial –ya demostrado– del equipo sino a la capacidad del mismo para mantenerse en dicho escenario y ratificarse como verdadera alternativa al título.