Michael Jordan: su legado sigue escribiéndose

Coetáneos o no, todos lo hemos visto. Cientos de miles de imágenes y ángulos distintos que nos recuerdan la grandeza de Michael Jordan. Las acrobacias, los grandes tiros (Craig Ehlo y Byron Russell todavía tienen pesadillas), tantos momentos heroicos, los mates, la lengua, las lágrimas… ¡Si hasta incluso tenemos “Space Jam”!

Sus números serán siempre eternos. Catorce veces All-Star, once veces máximo anotador y cinco veces MVP. Seis anillos y dos oros olímpicos. El mejor jugador de todos los tiempos, al menos por quien escribe estas líneas.

Y eso fue tan solo lo que ocurrió encima del parqué. MJ también cambió el propósito de la industria baloncestística como nunca nadie antes: los videos, las promociones, los ratios, los tickets, la marca… y, por supuesto, el dinero y las zapatillas. En 1998, la revista norteamericana Fortune tituló su portada como “The Jordan Effect”, subtitulando que un grupo de periodistas y economistas habían calculado que, por sí solo, Michael Jordan había generado ocho billones de dólares en ingresos. Y eso fue hace ahora catorce años…

Así que el status de Jordan como jugador está asegurado. La afirmación de estar delante del causante del mayor impacto financiero que la industria del baloncesto haya jamás conocido en su larga historia está también grabada sobre granito. Y el valor de su icónica marca permanece hoy en día más robusto que nunca.

¿Su legado? …No tan rápido. Éste está escribiéndose todavía y, sinceramente, los capítulos más recientes apestan.

Hace casi exactamente dos años, Michael Jordan se convirtió en el primer exjugador de la NBA en controlar el devenir de una franquicia de la Liga, cuando él, junto con un grupo de inversores, adquirieron al menos el 15% de los Charlotte Bobcats de su antiguo dueño, Bob Johnson, por, al menos, 37,5 millones de dólares. Aquel movimiento fue comúnmente aceptado como “histórico”, pues ponía a Jordan justo en el sitio en el que quería estar (de nuevo, con el balón en sus manos), finalizando la primera transición de jugador a propietario.

Pero como propietario, Michael Jordan no ha sido más que un desastre continuo, expresado en forma de elecciones de Draft y decisiones de traspasos/intercambios. Sus Bobcats, desde que MJ llegó al cargo de owner, presentan un balance de 57-93 que no hace falta ni adjetivar. Y no han ganado jamás un partido de Playoffs. Pero es que en esta temporada, para más inri, su actual 7-36 es tan patético como dominantes eran los Bulls del Jordan jugador.

Como mínimo curioso esto del legado. Para todos. Mientras transitamos por la vida, experimentando nuestras subidas y bajadas, ¿qué es aquello por lo que seremos más recordados? Para los atletas, la pregunta suele responderse con facilidad, pues suelen cimentar su legado a través de sus habilidades y sus grandes actuaciones. La verdadera grandeza no suele ponerse en duda pues los números, en el deporte, pocas veces mienten.

La manera como éstos continúan sus vidas una vez llega la retirada de la alta competición, sin embargo, puede afectar a dicho legado. No es común, pero a veces sucede, para bien o para mal.

Pero también a la inversa, el legado de un gran atleta puede verse todavía más aumentado por su éxito posterior en el mundo de los negocios, de la gerencia deportiva o de las obras benéficas. Pensemos, si no, en Magic Johnson, cuya imagen se ha visto mejor valorada aún tras los recientes éxitos empresariales (en forma de un nuevo canal de televisión), o los pasados éxitos personales por cómo ayudó a comprender el SIDA a principios de los ’90.

Michael Jordan no es, por supuesto, el primer deportista de altísimo nivel en pasarse del pantalón corto al traje de etiqueta. Pero se trata siempre de una difícil transición desde el uso del cuerpo y el talento en pista, hasta el uso de tan solo el segundo (ahora fuera de las pistas) para conseguir contratos beneficiosos con hombres (y mujeres) que, a diferencia de los rivales y especialmente en el caso de los de MJ, no se sienten temerosos por una finta, un primer paso o por todo el poder físico que Jordan atesoraba.

Ejemplos de exjugadores que han tenido éxito como actuales entrenadores (Kevin McHale, Avery Johnson, Scott Brooks, Doc Rivers, Doug Collins, Rick Carlisle o el retirado Phil Jackson), General Managers (Otis Smith, Mitch Kupchak o Danny Ainge) o presidentes (Pat Riley o Larry Bird entre otros), hay muchos. Pero de Michael Jordan no se puede decir lo mismo. Ni de lejos.

De hecho, Jordan todavía arrastra el lastre de la primera gran decisión que tomó como ejecutivo allá por el año 2001, cuando, como Presidente de Operaciones de los Washington Wizards, eligió con el número uno de aquel Draft a Kwane Brown, por delante de, por nombrar a algunos miembros All-Star de aquella cosecha, jugadores como Pau Gasol, Gilbert Arenas, Joe Johnson o Tony Parker.  De hecho, Michael Jordan no hizo más que confirmar sus inaptitudes en este sentido cuando, ya en 2006 y siendo accionista minoritario y también Presidente de Operaciones de los Charlotte Bobcats, drafteó con el número tres de aquel curso a Adam Morrison, dejando pasar a nombres como los de Brandon Roy, Rudy Gay o Rajon Rondo.

Como propietario, Jordan es todavía relativamente neófito. Y quizá eso sea lo único que todavía le salva. Tiene tiempo de ver cómo funcionan las cosas en ese terreno y, al menos, difícilmente vaya a despedirse a sí mismo. Durante este último verano, Jordan atrajo la efectividad de Richard Cho para Charlotte en el puesto de GM. Cho había trabajado anteriormente para Seattle y Portland, y es conocido por su eficacia a la hora de reunir talento baloncestístico en pista. Juntos se han embarcado en un plan que, básicamente, consiste en evitar contratos elevados de jugadores veteranos, acaparar cuantas más elecciones de Draft mejor, tirar de los jóvenes… y tener suerte. Llamémosle “Plan Oklahoma City Thunder”.

Los resultados no son satisfactorios. Y no lo serán durante un tiempo. Pero los Bobcats están en una buena posición para hacerse con los servicios del más que talentoso power-forward de Kentucky Anthony Davis con el número uno del próximo Draft… siempre que Jordan no vuelva a equivocarse.

Mientras tanto, siempre nos quedará volver a ver “Space Jam”.


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