Momento Indiana: los Pacers menos esperados y los más equilibrados

La historia de los Pacers siempre se escribe en Arial de un cuerpo de alta graduación. El estado de Indianápolis es uno de los más importantes a nivel baloncestístico de Estados Unidos, y todo lo que pase alrededor del balón naranja es cuestión de —precisamente— estado en una región muy pasional y exigente con este deporte.

Los Pacers son además una de esas franquicias con un rendimiento alto en esta era moderna. En los últimos 30 años, de los destacados del Este. Razón de más para prestarles atención. El trasvase que han construido especialmente en la última década, sin llegar a bajar mucho el pistón pero cambiando el equipo de manera radical, demuestra que hay alternativas al tanking sin combinar las opciones de futuro con la derrota indiscriminada.

En estos momentos los Pacers está tocando con la yema de los dedos las posiciones que dan opción a ser cabeza de serie en los playoffs. Un gran trabajo de equipo es lo que vuelve a dar réditos en Indy cinco años después de quedarse a las puertas de las Finales de la NBA. Las claves de este buen rumbo pasan por todos.

¿El mejor traspaso del año?

Todo acabó en Paul George. Al igual que ocurriera con Paul Millsap en los Hawks, otro de los que ha dominado en esta década a la sombra de LeBron James en la Conferencia Este, la estrella era la última de la desbandada de un equipo que fue puntero. PG salía de los Pacers de camino a los Thunder, que le cambiaban por Victor Oladipo y Domantas Sabonis.

Si entendemos por «mejor traspaso» que el objetivo de la palabra desde un punto de vista etimológico es que el cambio sea satisfactorio para las dos partes, podemos hablar de que este trueque es el más acertado de este año.

Sabonis se ha adaptado perfectamente al estilo de los Pacers, que ha hecho a Oladipo la estrella que ya prometía antes de llegar a la gran liga. Por su parte, George ha formado un Big Three en Oklahoma que promete dar mucha guerra en la otra conferencia.

La salida de Paul George provocó sarpullidos en Indiana, una afición muy pasional y estricta en este tipo de asuntos. Era el gran proyecto, pasó por una lesión que estremeció al país entero y siempre ha sido uno de los mejores en su posición de toda la NBA. Se creía que con él empezaba una etapa de transición, con un conjunto de jugadores de un perfil más bajo, pero nada de eso: los Pacers son una de las grandes sorpresas de la temporada.

McMillan y la vuelta a la tortilla

Nate McMillan no es santo de devoción de tanta gente como otros. Es un entrenador que basa muchas de sus creencias en sus experiencias como jugador, lo que hace mirar más por la defensa que por el ataque. Además, y ya desde la mira de un español, siempre queda la espina de lo poco que confió en ‘El Chacho’ Sergio Rodríguez en su día. Pero los hechos son los hechos, y su carrera en la NBA lleva a darle más de un voto de confianza.

En su día supo apaciguar a los llamados ‘Jail Blazers’, que es para lo que le ficharon en Portland. Luego el proyecto tuvo puntos muy brillantes, pero los problemas de Brandon Roy con las lesiones lo terminaron. Después llegó a ser asistente de la selección de Estados Unidos, para lo que tampoco hay ningún pero que poner. Y ahora ha saltado a ser el sustituto de Frank Vogel en Indiana, algo que no parecía fácil pero está llevando por el buen camino.

McMillan ha sabido conjugar la plantilla, completada con gran acierto por el mánager general, y hacerla suya. Ocho jugadores superan los 23 minutos de media. La rotación es simplemente acorde a lo que debe ser: amplia y equilibrada. Pese a los roces con Turner o la poca confianza en el veterano Wilkins, ya cortado, el trabajo del que fuera base de los Sonics es difícilmente rebatible.

A principios de temporada aseguró que, dado los cambios en la plantilla, tenían que readaptarse y jugar con un ritmo mayor. Quien haya seguido la carrera de McMillan como entrenador sabrá lo férreas que son sus convicciones. Estos Pacers valen esa vuelta a la tortilla.

El equilibrio es casi perfecto

Ves a los Pacers y lo primero que te viene a la mente es Victor Oladipo. Es la estrella, ha sido All-Star por ello y es la cara del equipo en estos momentos. 24,2 puntos, 5,4 rebotes, 4,2 asistencias y 2,2 robos de media, y una racha de franquicia todavía activa en este último apartado durante partidos consecutivos. Pero es sólo eso, el póster. Hay mucho más.

Bojan Bogdanovic está realizando su mejor temporada. Darren Collison volvía a Indy y Cory Joseph se estrenaba allí. Los tres firmaron como agentes libres el pasado verano buscando, a priori, un sitio donde poder destacar pero sin aspiraciones tan ambiciosas como las que tienen en estos momentos. Ese doble juego en el puesto de base, con dos jugadores casi calcados, hace que el ritmo no decaiga en ningún momento. Bogdanovic se entiende la perfección con Oladipo, tanto en los cortes de las penetraciones como en los contraataques y transiciones, cada uno en un lado para tener dos frentes de acción. Junto con Turner, que no está tan explosivo como el año pasado pero sigue siendo un muro, y el acertado rol de un Al Jefferson que debe saber reciclarse son lo que vertebra en buena parte este roster.

Luego está Sabonis. El hijo del mítico Arvydas se empieza a quitar la coraza. En los Thunder se le veía cohibido, pero aquí está pasando a ser un importante actor. El juego al poste, tanto bajo como alto, y la apertura a la línea de tres hace, sin embargo, que sea un complemento perfecto cuando juega con Turner y Jefferson pero, sobre todo, a lo opuesto que desarrolla el otro ala-pívot: Thaddeus Young. Aquí no hay coincidencia, hay amplitud.

Y luego está Lance Stephenson. Los románticos le aman. Cada día que pasa se empieza a ver que es un one-club-man. Sólo ha triunfado en los Pacers y desde su última llegada está en un buen nivel de nuevo. No son ya sólo las payasadas, que pueden o no hacer gracia, también está cumpliendo con lo que se le manda. El verdadero espíritu de esta franquicia es él.

El único problema que están teniendo estos Pacers es la poca bola que le están dando a los jóvenes, a sus dos adquisiciones en el Draft 2017: Ike Anigbogu y T.J. Leaf. Sólo acumulan 4,3 puntos de media si sumamos a los dos. Es algo en lo que tendrán que trabajar de cara al futuro, aunque parezca redundante, porque la rotación no da para más pese a lo amplia que ya es.


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.