Los Denver Nuggets sabían que necesitaban ofrecer una versión completamente distinta en el quinto partido. No había margen de error posible después de perder los anteriores tres duelos ante los Utah Jazz. Todo lo que no fuera vencer suponía la eliminación y completar una decepcionante actuación en playoffs.
Se hablaba de falta de energía. De hambre. De intensidad. De implicación defensiva. La victoria de este martes absorbió un poco de cada uno de estos conceptos. Pero no fue lo único. El triunfo ante los de Salt Lake City estuvo acompañado de una saludable dosis de orgullo y arrogancia. “Esta vez tuvimos mayor energía en el ámbito defensivo y jugamos fácil en ataque. Fuimos más agresivos y nos ayudamos los unos a los otros. Esa energía fue la que ganó el juego para nosotros”, declaró Nikola Jokic antes de reconocer al gran héroe del duelo. “Y Jamal”.
La actuación de 42 puntos de Jamal Murray fue su bis a los 50 tantos que había sumado dos noches antes. Más productivos en esta ocasión al traducirse en éxito colectivo. A lo largo de los últimos dos partidos, el antiguo alumno de la Universidad de Kentucky ha sido la viva encarnación de la pasión y la entrega que Denver tanto necesitaba.