En nbamaniacs hace tiempo que no estilamos el formato newsletter. Es decir, recoger varios temas para tratarlos en una misma pieza. Aunque el podcast se haya convertido por momentos en ese cajón de sastre.
Sucede que, en semanas tan atropelladas como esta, con las finales tan recientes, los traspasos sucediéndose y el Draft a la vuelta de la esquina, el trabajo se acumula. Así que, antes de que la actualidad lo devore todo de nuevo, hablemos con ligereza de tres asuntos importantes dentro del panorama de la liga.
La ganga de los Minnesota Timberwolves
En la noche en que Shams Charania anunciaba la salida de Kristaps Porzingis de Boston a Atlanta y la renovación de Kyrie Irving por los Dallas Mavericks, se colaba en la columna de noticias de ESPN casi una nota a pie de página. Cuatro años después de haberse acordado, la junta de gobernadores daba luz verde para la venta de los Minnesota Timberwolves y las Minnesota Lynx por 1.500 millones de dólares a favor del grupo de inversores que lideran Alex Rodriguez y Marc Lore.
La cifra es chocante viniendo de los 10.000 millones (se rumorea que el montante podría alcanzar los 12.000) en los que se sitúa la valoración de Los Angeles Lakers después de que la familia Buss haya vendido buena parte del 67% de la propiedad a Mark Walters. Es cierto que la franquicia californiana come en una mesa distinta al resto de organizaciones de la NBA y que su valor mira a la cara a cualquier equipo deportivo en el mundo.
No es menos veraz que, desde que se sentaron las bases del acuerdo por los Wolves en 2021, los Phoenix Suns se han vendido por más de 4.000 millones, los Charlotte Hornets por 3.000, los Mavericks por 3.800 y los Boston Celtics por 6.100.
En el momento de estrechar la mano y firmar los papeles de la vente, Glen Taylor pensaba que diferir el pago le haría disfrutar de sus últimos años al frente de la franquicia de forma plácida. Traspasando sus poderes poco a poco y de manera amistosa. Todo se acabó convirtiendo en una tortura al ver cómo el valor de las franquicias se disparaban con independencia del mercado que habitasen y que, encima, Anthony Edwards iba a convertir a la presente en la época más gloriosa del baloncesto en Minnesota desde la marcha de los Lakers de Minneapolis.
Taylor se dio cuenta a no mucho tardar y ya después del primer plazo de pago en 2022, comenzó a adquirir acciones de su propia franquicia para que, cuando llegase el momento de la transacción final en 2024, poder denegarla unilateralmente. Entrando en un proceso de arbitraje externo que nos trae hasta aquí. Actualmente los Timberwolves están tasados en más de 3.200 millones de dólares por portales especializados. Que las recientes ventas han demostrado estar siempre por debajo del valor real de mercado. Una pena que el magnate que compró el equipo allá 1994, solo haya multiplicado por 17 su inversión inicial de 88 millones de dólares.
Es improbable que suceda, porque estas inversiones se hacen a largo plazo. Pero resulta tentador pensar en una nueva venta de los Timberwolves para sacar tajada de la burbuja económica en la que quizás se encuentre la NBA y el deporte mundial.
Kevin Durant, Houston y un matrimonio con sus cosillas
Primero: que el traspaso fuese anunciado en la tarde del día en el que se jugaba el Game 7 de las finales supone romper una regla no escrita. Todos estos movimientos se hacen para llegar a esos momentos cúspide, no deberíamos estar enzarzados en estos asuntos a futuro cuando hay un presenta tan obvio delante de nuestras narices. ¿Casualidad que esto ocurra en la primera temporada en la que Shams Charania está al mando de las breaking news? No lo creo.
Bien. En estos días desde el traspaso de Kevin Durant a los Houston Rockets he leído y escuchado varios análisis que apuntan a la dependencia que tenía Phoenix a nivel ofensivo de KD. Que era eso lo que capaba su techo y, finalmente, llevó a que todo se rompiese durante la pasada temporada. Habiendo parte de verdad ahí, personalmente pienso que los Suns dan señas claras de su inviabilidad cuando demandan que Durant sea también su mejor defensor. Y eso se dio ya en la temporada 2023-2024. Este último curso directamente han sido un equipo sin alma ni propósito.
Apostar por Jusuf Nurkic y Bradley Beal, dos jugadores limitantes en defensa (sobre todo el pívot, uno de los interiores titulares menos móviles de la liga), llevó a KD a ser el principal apaga-fuegos de Phoenix durante largos tramos. Algo insostenible para una estrella ofensiva que ya cumplía entonces 35 años y que va camino de los 37 en tres meses. Después les afectaba la falta de un base organizador de garantías y de secundarios que pudiesen hacer algo más que ser defensores correctos, tiradores a pies parados y cargadores del rebote. Pero lo que nunca ha permitido despegar a los Suns es su agujero atrás.
Ahí Durant cae de pie en Houston. Porque, a pesar de que la salida de Dillon Brooks suponga perder uno de sus principales estiletes defensivos, tanto si es Tari Eason como si es Jabari Smith Jr. quien salta al quinteto titular, aseguran mantener una defensa de élite.
De todas formas, el movimiento para Houston es la clásica renuncia potencial a ser una defensa inexpugnable para ser un equipo más equilibrado. Durant no va a resolver todos los problemas ofensivos de los Rockets, que en demasiadas ocasiones sobreviven por su insultante dominio del tablero ofensivo porque nadie es capaz de generar sus propias canastas a media pista. KD lo subsanará porque pasar de que tu principal ejecutor exterior sea Jalen Green, uno de los anotadores de volumen más inconsistentes de la liga, a uno de los anotadores más eficientes de la historia es dar pesetas y recibir duros. Pero no cabe esperar que los Rockets se conviertan en un ataque de élite de la noche a la mañana.
La pieza clave e incierta es Fred VanVleet*, que a estas alturas no se sabe si seguirá ni a qué precio. Houston necesita una figura como la del base. Que logre unir las piezas en ataque y que no suponga una debilidad en defensa. Ahora bien, su inconsistencia en el tiro desde que llegó a Texas puede acabar alejando a los de Ime Udoka de un aspirantazgo real. VanVleet ha sido indispensable en los éxitos de Houston y cada vez que ha faltado el conjunto se ha desangrado. Sin embargo, la primera ronda ante Golden State reveló la gran diferencia entre el techo de los Rockets con un buen VanVleet y uno fallón.
¿Puede encontrar Rafael Stone una alternativa similar pero de rendimiento más constante? Por ahí pasa gran parte del futuro inmediato del equipo. Que no es otra cosa que el corto plazo por lo que han echado el resto por Kevin Durant.
* Fred VanVleet ha firmado un nuevo contrato en Houston por dos años y 50 millones de dólares. Mantener una figura como la suya era trascendental para los Rockets. A nivel de techo defensivo, orden ofensivo e identidad.
La operación salida de los Boston Celtics
Brad Stevens no tiene escrúpulos. Y es un halago. El gerente ha recalculado la trayectoria del proyecto tras la grave lesión de Jayson Tatum y no ha tenido miramientos a la hora de dar salida a Jrue Holiday y Kristaps Porzingis para, de momento, salirse de cifras de segundo apron y ahorrarle una morterada en impuestos de lujo a la franquicia.
Se entiende que la afición de los Boston Celtics esté dolida por ver marchar a dos piezas tan importantes en su primer anillo en 16 años. Sobre todo Holiday, ya que Porzingis no pudo estar tan presente en la carrera al título por sus lesiones. Los movimientos de Stevens simplemente son los que tenían que ser dado el contexto de la construcción de plantillas de la actual NBA.
Y ahí quería llegar. A las dudas que deja que el presente convenio colectivo reduzca tantísimo la ventana de campeonato. Los constantes traspasos de estrellas en tiempos recientes ya han mellado parte de esa identificación del aficionado con los equipos. Tanto el seguidor de una franquicia como el de la liga en general, agradecen cierta estabilidad a la hora de atender al producto. The Decision cambió las reglas del juego para engordar el individualismo de las superestrellas y su poder a la hora de decidir su propio futuro. La introducción de los aprons empuja a las gerencias y propiedades a ver a sus activos más importantes como una carga salarial a manejar más que nunca antes. Y así se dan cosas como que Josh Kroenke plantee el remoto pero existente caso de traspasar a Nikola Jokic.
Esto no solo afecta a que no exista sensación de continuidad en la competición. También despoja a la liga de gozar de lo que siempre ha sido su motor global. Equipos que sean el rival a batir durante varios años seguidos. Los propios Boston Celtics fueron un coco del Este desde 2008 a 2012 y encadenaban ahora cerca de una década como aspirantes. Ver al Big Three del anillo de 2008 pelear cada año era tremendamente estimulante. Recibir a Warriors y Cavaliers cada año en las finales era monótono sobre el papel, pero ninguno llegaba sin magulladuras allí, y dieron varios años de las mejores audiencias del siglo.
En última instancia, y volvemos al ensalzamiento del yo, las actuales restricciones corren a tachar los legados de figuras tan intachables como puedan ser Nikola Jokic o Giannis Antetokounmpo. Sobre todo el serbio, que ha vivido dos recesos de talento en veranos consecutivos mientras él elevaba un nivel ya legendario. Cada vez tengo más dudas de si esta apuesta por la igualdad y el equilibrio competitivo no nos va a robar por el camino a varios grandes equipos de esos que recordamos toda la vida por haber dedicado una porción grande de la misma a disfrutarlos.
(Fotografías de portada de Eric Canha-Imagn Images y Nick Wosika-Imagn Images)