El pívot, que cumplía ayer 21 años, sigue enseñando su tremendo potencial en Nueva York.
No os lo vais a creer, pero hoy me he levantado y, con un menú de nueve partidos NBA sobre la mesa, dos cafés y mucha paciencia, me he puesto a los Knicks. Durísimo, lo sé.
Hacía mucho que no veía un partido del equipo neoyorquino (no han sido particularmente agradables esta temporada), y tenía el ojo puesto en Mitchell Robinson y en un dato que había visto este fin de semana y que creo que, con un poco de contexto, merece la pena contar.
Pues bien, me pongo la primera taza de café y arranco el partido. Ojo, Knicks-Bulls en el Garden y a uno de abril. La pinta es terrorífica. Yo sé que lo que estoy haciendo no es recomendable, pero aun así tiro hacia delante. Fijáos si tenía ganas de ver a Mitchell Robinson…
¿Lo mejor? Esto tampoco os lo vais a creer, pero igual he visto los mejores 15 minutos de la temporada de los Knicks: más de 50 puntos en los primeros 15 minutos de partido, lloviendo triples y con un +20 fantástico en el marcador. Un cuento que no tardó en convertirse en pesadilla, claro. Pero oye, cualquiera que haya visto al menos cinco/seis partidos de los Knicks esta temporada sabrá que podría haber sido muchísimo, muchísimo peor.
De Kawhi a Mitchell
En fin, que pierdo el hilo. Vamos con Mitchell Robinson, que está siendo una de las poquísimas cosas positivas de otra temporada absolutamente desastrosa en el centro de la gran manzana. Y que está consiguiendo algo que me ha recordado inevitablemente a un famoso dato de Kawhi Leonard que es tan bestia que cada vez que aparece te vuelve a pillar por sorpresa.
Para el que no lo sepa, Kawhi, uno de los mejores defensores de toda la NBA y uno de esos jugadores que, además, se suele encargar en los momentos importantes de la estrella del equipo rival, tiene más robos en su carrera (827) que faltas personales cometidas (789). Es uno de los datos defensivos más salvajes que he visto nunca. Sobre todo teniendo en cuenta el tipo de jugador que es Kawhi y los emparejamientos con los que lidia cada noche sobre los parqués. La locura.
Y pensaréis: ¿qué puede estar haciendo Mitchell Robinson que sea remotamente comparable a esta salvajada de uno de los mejores defensores de la competición? Robinson ha puesto 150 tapones en lo que va de temporada (contando los tres que ha colocado hoy) y… ¡solo ha fallado 80 tiros de campo! 4/4 hoy y un total que ronda el 70% de acierto (70,2 ahora mismo). No es que sea comparable (sobre todo por duración), pero recuerda inevitablemente al primero y cuenta bastante bien la historia del potencial y del tipo de jugador que es Mitchell Robinson.
Potencial + conocimiento de sus propias limitaciones
El pívot de los Knicks, candidato a robo del draft 2018 (número 36), tiene muchísimo que mejorar en innumerables aspectos, empezando por la posición de rebote (me saca de quicio: podría coger 20 por partido) y la importancia del cuerpo a cuerpo en las posiciones interiores (de primero de baloncesto), pero la verdad es que por condiciones físicas (defensa dentro-fuera, envergadura, salto, velocidad…), ética de trabajo y conocimiento de sus propias limitaciones (la clave del dato), es difícil no pensar en lo que podría llegar a ser.
Siempre digo que se infravalora mucho en el mundo del deporte el conocimiento de las limitaciones propias, y que es una cualidad con un valor tremendo en la NBA actual (de las estrellas y los complementos). Los complementos que no cometen errores son una de las claves de los mejores equipos de la NBA cada temporada. Y Robinson es un caso especialmente claro de un jugador con un potencial tremendo, que encaja como anillo al dedo en el molde del ‘cinco’ moderno y que, además, no comete errores.
De los 259 lanzamientos que lleva en lo que va de temporada, 248 han sido dentro de la zona restringida (muchísimos mates), nueve en el resto de la pintura y solo dos (DOS) fuera de la misma. Hay mimbres evidentes de complemento ideal.
Y por cierto, casi se me olvida otro dato espectacular del pívot de los Knicks: lleva (con el de hoy) 23 tapones a exteriores que intentan lanzar triples por encima de su cabeza tras conseguir el cambio de asignación. Alucinante.
(Photo by Sarah Stier/Getty Images)