Hay que darle tiempo al tiempo
Declaraciones de LeBron James sobre JJ.Redick, justo después de caer eliminado en primera ronda de playoffs ante los Minnesota Timberwolves:
«Creo que JJ seguirá creciendo. Ha tenido una campaña espectacular para ser un entrenador novato… Si ya es difícil ser entrenador novato en la NBA, lo es mucho más siendo entrenador jefe y novato entrenando a los Lakers… Creo que lo ha hecho de maravilla. Ha aprendido día a día. Nos dio responsabilidades; nos supo impulsar. JJ y su cuerpo técnico han estado geniales durante toda la temporada».
Cuando los Lakers se hicieron con Luka Doncic en un movimiento que ni Jesucristo prime profetizó, todo el mundo estuvo de acuerdo en consensuar dos cosas: que era el traspaso del siglo (para Lakers) y que empezaría a dar sus frutos la temporada próxima. Nadie esperaba ganar el anillo en 2025.
Sin embargo, es lo que tiene que al equipo le empiecen a ir rápidamente bien las cosas. Y que sean, precisamente, Los Ángeles Lakers. En una prolongación –dolosamente mediatizada– del síndrome de la mano caliente, la realidad se empaña de optimismo, obviando todo aquello que nos aleja del siguiente ¡chof! del tirador en estado de gracia.
Los Lakers tenían tenían muchos problemas que, cegados por el ‘efecto Doncic’, ni queríamos ni alcanzamos a ver en su dimensión real y verdadera. Un hype desmesurado que ha dado al traste con cientos y cientos de brackets en la noche de hoy.
Porque aquí han pasado dos cosas: hemos subido a un altar a los Lakers mientras hemos subestimado a los Timberwolves, un proyecto de recorrido lo suficientemente sólido como para resistir a los vaivenes del trueque Towns-Randle. Y ahora son ellos los que esperan rival en segunda ronda tras un 4-1 categórico.
Una serie no define una carrera
Veamos. Que aquí pasamos de San Agustín a Nietzsche en un santiamén: no, Anthony Edwards no es ni mejor, ni más líder ni tiene más futuro que Luka Doncic. No por ahora. No por lo ocurrido en esta serie.
Decir que Edwards es más jugador que Doncic (discurso que lleva ganando adeptos en redes desde las 7:00 am) es una tontería, no como un piano de grande sino como dos o tres. Vuelve a omitir realidades, vuelve pecar de luz de túnel y vuelve a rehuir todo el rico e inexorable contexto.
Probemos con una simple pregunta (retórica):
¿Qué le hubiésemos exigido a Anthony Edwards de haberlo mandado a los Kings por De’Aaron Fox (o DeRozan, o Sabonis, me da lo mismo) en el mes de febrero?
Edwards ha brillado a lo largo de toda la eliminatoria e incluso anoche encontró la manera de aportar a pesar del 0 de 11 en triples y las defensas asfixiantes que sufrió en el perímetro; pero la narrativa hiperbólica es tan criticable como lo es a la inversa. The Ant aún tiene mucho que demostrar. Mínimo (pidámosle lo mismo que a Luka) unas Finales de la NBA.
Eliminación lógica disfrazada de decepción
Los Lakers alcanzaron la postemporada bajo la condición de plantel con brilli brilli pero que ni siquiera cotizaba como superequipo.
Un presunto Big Three compuesto por un señor de 40 años, otro de 26 –pero con un físico peor que el de 40– y por Austin Reaves. Tres pepinazos, ojo. Pero sólo el tercero (escolta undrafted, nunca All-Star) viviendo en su apogeo.
Con J.J. Redick como entrenador novato.
Y con Jaxson Hayes como único pívot.
Los Lakers se ilusionaron antes de tiempo y el baloncesto, como siempre, terminó cobrando sus intereses.
Magia líquida: tal vez… 2026
Tal vez, por jugar a capitán a posteriori, toque ahora preguntarse qué tan grave fue lo que vieron los médicos de la franquicia para dar marcha atrás con la llegada de un Mark Williams que tras su no-salida de Charlotte estuvo promediando 15 puntos y 11 rebotes durante otros veintiún partidos.
🙂
— Mark Williams (@MarkWi1liams) May 1, 2025
Tal vez, de haber estado, habría sido él y no Rudy Gobert quien nos hubiese recordado Shaquille O’Neal como asociado de Luka Doncic, inflándose a canastas fáciles.
Tal vez, tras decidir apostarlo todo al small-ball, LeBron James –más espectador que defensor en el Game 5– podía haber hecho más (o dado más) como miembro de los Lakers más alto y fuerte en pista, y emparejamiento natural y por descarte del francés en tales circunstancias.
Tal vez Lebron James lo hubiese hecho de no cargar con un desgaste de más de 40 minutos en una serie híper física. Y tal vez, al ver que el plan hacía aguas, Redick podría haber dado un bandazo y rectificar, metiendo a Hayes en pista en el último cuarto, cuando todavía no era tarde.
RUDY GOBERT DOMINATES INSIDE TO LIFT THE @Timberwolves INTO THE WEST SEMIS!
— NBA (@NBA) May 1, 2025
🐺 27 PTS
🐺 24 REB (9 OREB)
🐺 2 BLK
🐺 80.0 FG% (12-15 FGM)
Gobert is just the FOURTH player to record 25/20 on 80+ FG% in a playoff game… and the first since 1996 🤯 pic.twitter.com/UFAgmqZQE0
Pero entonces, los Lakers no serían un buen equipo bajo las órdenes de un técnico novato con todo el derecho a cometer errores, una superestrella de 26 años a medio aclimatar, un LeBron James que no aparenta 40 pero tampoco tiene 20, y con una plantilla descompensada por un deadline soberbio pero no perfecto.
Sin todo eso (mucho de lo cual se espera esté corregido para el inicio de la 2025/26) se hablaría hoy de los Lakers como favorito máximo al anillo, en pie de igualdad con Thunder y Celtics.
Con legitimidad plena y no como producto de un hype made in Lakers, siempre inflacionario.
(Fotografía de portada de Gary A. Vasquez-Imagn Images)