Jornadas imposibles: amor y odio

Qué noche de baloncesto. Qué barbaridad de noche.

Hace unos días ya os dije que me gustaría contaros lo que significan estas veladas eternas/imposibles para los que nos dedicamos a esto. Y creo que esta ha sido la noche perfecta para que entendáis a lo que me refiero cuando digo que amo y odio al mismo tiempo y por igual las jornadas de tantos y tantos partidos. Os cuento mi experiencia.

Cuando estaba en el instituto o en la universidad, veía la NBA en directo todas las noches. Y no hay mejor manera de seguir la competición, esa es la verdad. Pero cuando empecé a trabajar en esto me vi obligado a cambiar de rutina. Las mañanas son para trabajar, y también parte de las tardes, por lo que, si quieres ver NBA en España, mantener algo (ALGO) de vida social y dormir más de 3/4 horas al día, la mejor opción es el semidifererido. Por lo menos para mí.

Me levanto sobre las cuatro/cinco de la mañana. Tres o cuatro horas después de que arranque la jornada en la costa este de los Estados Unidos. Y, gracias al League Pass (bendito invento…), empiezo a ver los primeros partidos con la opción no spoilers activada. Normalmente consumo dos partidos completos, pasando tiempos muertos y tiros libres gracias al semidiferido. Y después, resúmenes y trozos que me interesen especialmente.

En total, para que quede claro, son unas cuatro horas de baloncesto diario antes de empezar a crear contenido. Pero entonces llegan las noches de +10 partidos… Increíbles para el espectador. ‘La experiencia NBA’, lo llamaría. Vas cambiando de uno a otro hasta que te vuelves completamente loco. Jornadas inabarcables que también vuelven completamente loco al profesional.

Un reto imposible

Os pongo la de hoy como ejemplo. He visto completos el Sixers @ Bucks (fantástico el trabajo que está haciendo Budenholzer) y el Jazz @ Rockets. Después, trozos del Mavs @ Hawks y resúmenes largos (10-15 minutos, según el partido) del Wolves @ Raptors, el Lakers @ Suns y el Wizards @ Warriors. Han sido cuatro horas y media de NBA, tengo la cabeza como un bombo y aun así hay cinco partidos de los que no he visto un solo frame a estas horas de la mañana. Y me dedico a esto… ¿Entendéis mi debate interno?

Adoro estas jornadas como aficionado, como friki absoluto de esta liga. Son magia (que se lo digan a Curry…). Son pura NBA. La locura, las sorpresas, lo imprevisible… Consumir cuartos cuartos sin parar, finales de infarto, barbaridades individuales… Ver decenas de equipos, centenares de jugadores en cuestión de horas.

Pero las odio como profesional. Las odio porque a los que nos gusta tanto esto lo queremos ver todo. Somos consumidores compulsivos cuando se trata de NBA. Y este tipo de jornadas (más de ocho, nueve, diez partidos) suponen un reto imposible. Una barrera infranqueable.

Hoy he visto a Giannis volar hasta el 4-0 y he disfrutado con las finalizaciones y los triples en aclarado de un Donovan Mitchell con cara de All-Star. También he llegado, forzando ya, al 5-0 de los Raptors de Nurse y Kawhi, a los runners de Doncic, a sus triples con paso a trás y a su abrazo con Trae Young. A la primera victoria de los Lakers y al broche de fin de fiesta de Stephen Curry. Creo que no está mal… Pero aún así es insuficiente. Al menos para el consumidor compulsivo.

Así que ya sabéis, amor y odio. Esa es mi experiencia. Y mañana más.


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