Magic, el esperpento y un final necesario y… ¿positivo?

La historia puede que necesitara este final. Pero madre mía…

Hoy me vais a tener que perdonar… ¡Qué narices acaba de pasar! Adoro la NBA y este tipo de noches son pura NBA, pero mi cabeza va a explotar.

Supongo que no soy el único que aún no ha conseguido digerir lo que acaba de pasar. Estaba pendiente de los tiros a tabla de Wade y de si los Suns le dejaban meter 50 a Dirk Nowitzki (ha acabado con 30). Esa parte, la verdad, genial. Dos leyendas, dos mitos y dos grandes despedidas en sus últimos partidos como locales en sus respectivas casas. Pero, claro, todo eso dentro de un huracán en el que los 50 los ha metido el bueno de Jamal, Paul George y Mo Harkless han tirado de game-winner, los Pistons han tenido que remontar 20 puntos rarísimos (rarísimos…) para ganar a los Grizzlies, los Jazz han ganado 50 partidos, los Heat se han quedado definitivamente fuera de la lucha por los playoffs y, para colmo, Magic Johnson ha renunciado a su cargo en Los Ángeles. Para volverse loco.

Hablemos de Magic…

El hasta ahora Presidente de Operaciones de Los Angeles Lakers ha comunicado su dimisión en una rueda de prensa improvisada y sin avisar absolutamente a nadie. No lo sabía LeBron James, al que por lo visto había ido a visitar este mismo sábado, y tampoco lo sabía su gran amiga Jeanie Buss, a la que Magic parece que no ha querido enfadar. De película mal.

¿El resumen? En mi modesta opinión, un despropósito para cerrar un año lleno de despropósitos. El desastre definitivo que se podría convertir en un desastre positivo. Porque lo que no podían era seguir así…

El gran éxito de Magic fue su rol (al menos sobre el papel) en el aterrizaje de LeBron James. Desde entonces, y con alguna pincelada anterior que también podría ser recriminable (lo de D’Angelo Russell era compresible hasta cierto punto, pero no ha podido salir peor), la gestión del equipo ha sido un absoluto desastre. Desde los fichajes para completar la plantilla hasta el circo de Anthony Davis, pasando por la increíble situación de ‘sí pero no’ en la que ha trabajado toda la temporada un Luke Walton que, al final y contra todo pronóstico, ha sobrevivido a Magic Johnson. Esperpento.

Y el final simplemente ha seguido esa tendencia esperpéntica: decisión sorprendente, sin considerar lo que se deja detrás, sin avisar a nadie y porque «era más feliz cuando solo era Magic Johnson». Difícil no saltar, eh.

En fin, que todo mal. Sobre todo por las formas. Y por dejarlo todo a medias sin mirar atrás (el proyecto, teóricamente, acaba de empezar). Y encima sale Wojnarowski con el palo para soltar a los cuatro vientos que Magic ha sido un presidente de «horas de oficina limitadas», «poco scouting» y «muchos viajes alejado del equipo» que «nunca se comprometió completamente» con un trabajo que «requiere un compromiso tremendo de tiempo y energía». Difícil de encajar.

Y se va sin hablar con LeBron, sin contárselo a la cara a Jeanie («porque hubieran llorado los dos y no habría sido capaz de dejarlo»), dejando por el camino a Pelinka (veremos…) y en su puesto de trabajo a Luke Walton. Alucinante, de verdad.

¿Desastre positivo?

Evidentemente, sigo sin digerir la situación. Y creo que me va a costar unas cuantas horas más (no me quiero imaginar a los seguidores de los Lakers…). Pero si hay algo positivo que los Lakers pueden sacar de todo esto es que se acaba una etapa muy oscura en términos de gestión de franquicia (lo de febrero fue un fracaso abismal). Y que empieza una nueva con talento joven, sin contratos tóxicos, con espacio salarial y, por supuesto, con LeBron James. Quiero decir: estamos mal pero no estamos tan mal.

Un par de buenas decisiones veraniegas, algún golpe de suerte y la dinámica cambiar de manera radical. Al final, necesitaban aire fresco en LA.


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