Más polémica que baloncesto

En el primer Warriors-Rockets se habló más de los árbitros que de ninguna otra cosa.

Antes de empezar quiero dejar claro que no voy con nadie. No soy fan/aficionado de ninguno de los equipos implicados. Y espero que esta columna se entienda como un intento de explicar una narrativa que, casi con toda seguridad, va a acompañarnos durante toda la eliminatoria entre Warriors y Rockets. Vamos a intentarlo.

Minutos antes de que arrancara el primer partido de la madre de todas las eliminatorias, el Warriors-Rockets de las semifinales de la Conferencia Oeste, los Boston Celtics tomaron Milwaukee. Y lo hicieron con una impresionante defensa sobre Giannis Antetokounmpo. Con muchísimo contacto en algunas ocasiones, pero sin polémica alguna. ¿Cómo es posible? ¿Por qué esa diferencia con lo que vino después? ¿Por qué después se habló más de polémica que de baloncesto? Pues porque en la primera no había nadie intentando sacar partido de los silbatos. Ojo, no lo digo como algo negativo, siempre se juega (y siempre se ha jugado) con las reglas, solo intento explicar lo que pasó.

Siguen una estrategia clara

El plan de los a Rockets (en general, pero sobre todo ante los Warriors) se basa en reducir el número de posesiones, no perder balones, lanzar triples (porque dan mejor rendimiento que el tiro de dos puntos: la famosa analítica) y acudir a la línea de tiros libres. Para Houston, un ataque en el que el reloj de posesión se acaba y Harden o Paul pueden lanzar un triple tras step-back es una victoria, aunque parezca un tiro malo. ¿Por qué? Está dentro del plan: cuentan con el treitaytantos% de acierto de dos jugadores acostumbrados a lanzar ese tipo de tiros y también con la posibilidad de que reciban una falta en el intento. Este último caso es la mejor de sus opciones ofensivas: el reloj de partido avanza y un gran lanzador tiene tres intentos desde la personal, que si hablamos de eficiencia y analítica, son de lo mejor que hay junto con los mates/bandejas.

La pregunta clave

Y aquí llega el gran debate, que casi con toda seguridad nos va a acompañar durante toda la serie: ¿hasta dónde se trata de los jugadores de Houston buscando la falta del rival (lanzando piernas hacia delante o anticipando el contacto) y dónde empieza la verdadera infracción por parte de los defensores de los Warriors? Esa es la línea que hay que trazar y mantener para que la serie no se nos vaya de las manos.

Lo primero que hay que hacer para intentar responder a esa pregunta es recordar cómo se han pitado este tipo de jugadas en los últimos años en la NBA. Y las claves, más o menos, son las siguientes: el defensor tiene que dejar al tirador espacio para aterrizar (la jugada Kawhi-Pachulia), tiene que intentar no invadir ese espacio saltando en vertical o de forma lateral. Y, por supuesto, tiene que evitar el contacto en brazos, manos o cualquier parte superior del cuerpo. Pero también está el otro lado de la moneda: al mismo tiempo, el atacante no puede iniciar el contacto. Tiene que evitar saltar (mucho) hacia delante y no puede soltar las piernas. Esto último se ha pitado mucho incluso como falta en ataque durante las últimas temporadas.

¿Qué pasó ayer?

Tras el partido de ayer, os puedo decir que, en mi opinión (no es una ciencia exacta), hay dos faltas muy claras de Klay Thompson no pitadas en la primera parte sobre James Harden. Las dos veces va claramente hacia delante, ocupa parte del espacio de Harden y le impide aterrizar (peligrosísimo para los tobillos). Incluso creo recordar una tercera que comete con contacto arriba Kevin Durant. Pero también recuerdo al menos otras tres acciones similares (dos de Harden en las que lanza mucho sus piernas y una en la que Paul anticipa el contacto antes de que Livingston aterrice también en su zona) en las que los Rockets también piden falta y son, por diferentes cosas, mucho más difíciles de arbitrar.

En fin, que hay para todos los lados y de todos los colores, y que es extremadamente complicado. Porque los jugadores de los Rockets, Harden y Paul, se mueven siempre en esa fina línea que limita con el reglamente, con los silbatos. Y lo hacen porque está en su plan, forma parte de su baloncesto táctico-analítico que enseña su versión más exagerada contra estos Warriors. Hablamos de una estrategia efectiva (aunque visualmente poco atractiva para muchos) que convierte a un equipo histórico en un rival vulnerable. Y para eso hay que jugar al límite.

Quería escribir sobre el tema porque parece que nos va a acompañar durante toda la serie, y porque ayer en las redes sociales no se hablaba de otra cosa. Y, ya que vamos a tener que hablar largo y tendido sobre este caso, que por lo menos lo hagamos conociendo e intentando entender el punto de partida. Lo ideal sería que los árbitros encontraran pronto una manera consistente de pitar este tipo de acciones. Y que las pitaran igual desde el principio hasta el final, en Oakland que en Houston. Para que los jugadores de los Rockets supieran lo que pueden forzar y los defensores de los Warriors tuvieran claro lo que se pueden acercar. Así la polémica igual se reduce un poco y podemos hablar más de baloncesto. Igual…

Y, por cierto, todo lo demás, la intensidad hasta el agobio que domina varios tramos del partido (hasta la jugada final con contacto en todas partes y varias posibles infracciones en todas las direcciones), sale de aquí. El arbitraje de los triples es el foco que transforma el partido de baloncesto en una auténtica batalla de la que solo va a salir relativamente satisfecho
el ganador de cada uno de los partidos. Relativamente… Todos van a tener quejas siempre, porque es imposible que los árbitros lo acierten todo e imposible también que todo el mundo entienda siempre como correctas las mismas decisiones. Pero si nos pudiéramos acercar a eso, si los árbitros nos dejaran claro lo que van a pitar, cómo y por qué, y fueran consistentes, mejor. Mejor para el baloncesto.


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