NBA: Un nuevo enfoque analítico

Aunque cueste de entender desde este lado del charco, el deporte con el que los estadounidenses están más familiarizados en lo que a uso de las estadísticas se refiere es el baseball. Y si no lo sabíamos, “Moneyball” (el libro o la película) nos lo ha hecho saber; principalmente, por tratar de explicar el significado que una adecuada interpretación de los números puede tener en el deporte profesional.

Hasta hace relativamente poco allí (y todavía aquí), el boxscore era la herramienta básica (casi única, lamentablemente) con la que cualquier seguidor de la NBA debía familiarizarse para hacer su propio análisis de lo que un partido hubiera podido incluir. Esos números, mejor si acompañdos por un par de ojos bien educados en el baloncesto, te trasladaban todo lo que, supuestamente, debías saber entorno a tu equipo y tus jugadores.

Hasta hoy.

Porque todo ha cambiado en ese aspecto en la NBA. No hay General Manager que se precie en la Liga que no use cualquiera de las nuevas formas de análisis que existen para evaluar tanto la actuación individual de los jugadores como la coral de los equipos.

Sucede, sin embargo, que el baloncesto es un deporte más complicado de analizar que el baseball, por el simple hecho de estar el primero en constante movimiento y tener más factores que afectan a los números. En el baloncesto, la principal evolución radica en que los hasta ahora elementos básicos de análisis (porcentaje de tiro, anotación, rebote… por citar algunos) siguen teniendo significado, claro, pero ya está del todo extendida allí la idea de que no captan el dibujo completo de lo sucedido. Hay que ir más allá.

Estos elementos básicos del boxscore, puestos en la correcta perspectiva y teniendo en cuenta nuevos y revolucionarios conceptos de análisis como ritmo, eficiencia o uso, adquieren una relevancia mucho mayor. Desde hace algún (poco) tiempo en la NBA, evaluar la actuación total de un equipo no recae solamente en los ojos experimentados de un analista contrastado. Lo hace, también y quizá más, en un surtido de avanzados sistemas métricos  que se van complicando a cada temporada que pasa.

Pensar que existe la fórmula perfecta y que este nuevo enfoque analítico elimina a la experiencia es equivocarse. Pero todavía lo es más despreciar estas nuevas herramientas que nuestro tiempo nos permite disponer. Veamos muy por encima el significado y uso de las más relevantes:

Ritmo (Pace): El ritmo sea quizá el evaluador que mejor pone en contexto todas las estadísticas que contiene el boxscore. Sencillamente, mide la velocidad a la que un equipo juega. El ritmo se define con el número de posesiones que cada equipo tiene durante un partido. El valor medio en la NBA ronda las 95. Por ejemplo, los Nuggets y los Kings promediaron el curso pasado 97 posesiones por partido, mientras que los Magic o los Hornets estuvieron poco por encima de las 91.

Entender el concepto ritmo resulta crucial a este gran nivel. A la hora de evaluar la viabilidad deportiva de una posible incorporación de un nuevo jugador, los GM deben comprender que un jugador que anota mucho en un equipo de ritmo alto, probablemente no consiga los mismos números en uno de ritmo bajo. Menos posesiones son, evidentemente, menos oportunidades de anotar. Así que, ¿cuál es la forma más justa de comparar a jugadores y equipos que juegan a diferentes velocidades?

La respuesta está en la Eficiencia (Efficiency): La eficiencia (ofensiva y defensiva) se usa para calcular la efectividad de los equipos a ambos lados de la cancha en relación con el ritmo (pace) de juego. En lo ofensivo, se refiere al número de puntos que un equipo anota por cada 100 posesiones. En lo defensivo, pues, al número de puntos que un equipo recibe por cada 100 posesiones.

Esta concepción mejora la variable ritmo, al tiempo que nos permite comparar los equipos rápidos con los lentos para llegar a determinar cuál es realmente el más efectivo.

Porcentaje de tiro real (True shooting percentage): La columna de porcentaje de tiro que podemos ver en cualquier boxscore NBA no tiene en cuenta la diferencia entre lo que aportan al marcador los tiros de dos puntos y los de tres puntos, como tampoco considera los tiros libres de manera proporcional a su peso en anotación.

Dado que los triples puntúan un 50% más que (pongamos) los tiros desde debajo de la canasta, los tiradores de larga distancia pueden, en realidad, ser más efectivos que los big men, aún teniendo un porcentaje de acierto menor. Cuando, además, ponderas el porcentaje de acierto desde el tiro libre conforme a la puntuación obtenida (un punto), el “paisaje” de porcentaje de tiro real queda aún mejor definido.

La pasada temporada, como suele pasar, los mejores porcentajes de tiro convencionales correspondían a los jugadores que más cerca juegan de la canasta. Tyson Chandler lideró tal registro con un 67,9% de acierto. Curiosamente, Chandler también encabezó la lista de mayor porcentaje de tiro real, con un 69,5%, pero segundo se situó James Harden, mientras que jugadores como Steve Nash, Ray Allen, Kevin Durant, LeBron James o Ryan Anderson estuvieron en el Top-10. Ninguno de ellos, sin embargo, se situó entre los diez mejores en porcentaje de tiro convencional.

Así, el porcentaje de tiro real nos proporciona una visión mucho más precisa de las habilidades anotadoras de los jugadores; al tiempo que permite a los entrenadores saber quién es más eficiente con el balón en las manos. Lo que nos lleva a…

Usage (Uso): El ratio uso mide el porcentaje de posesiones en las que un jugador participa en los ataques durante el tiempo en que está en pista, entendiendo por “participar” lanzar a canasta (anotando, o no), lanzar tiros libres, asistir o perder el balón. Lo normal es que los mejores jugadores de la Liga sean los que tengan un mayor ratio de uso. Nombres como LeBron James, Dwayne Wade, Carmelo Anthony, Kevin Durant o Kobe Bryant están como mínimo en un 30% de uso en sus respectivos equipos. Dicho de otra forma, son los que normalmente hacen que ocurran cosas en ataque para sus franquicias.

Resuena hace algún tiempo la teoría de que, de alguna forma, no sale a cuenta dar demasiado el balón a tu superestrella. Kobe Bryant, que la pasada temporada lideró la NBA en el ratio de uso con un 33,0%, ha estado a menudo en el ojo del huracán en este sentido, acusado de tirar demasiado y tener el balón demasiado tiempo en sus manos. Pero habrá que considerar qué jugadores tiene a su lado y la importancia de los partidos o de los momentos en los partidos.

+/- (Plus/Minus): Finalmente, el balance +/-, que es una estadística originaria del hockey hielo. Sabemos que sopesa el diferencial de puntos a favor y puntos en contra que un cierto jugador acumula en su equipo durante el tiempo que está en pista. Pero debemos considerar que, como en el resto de nuevos enfoques analíticos, debe ser utilizado de la forma correcta, pues hay muchos tangibles e intangibles que afectan a dicho número, como los jugadores con los que un jugador juega en contra o en su mismo quinteto, o el momento del partido del que se trate. Durante su carrera, un jugador jugará con un buen montón de quintetos diferentes en pista, y contra un enorme número de jugadores en diferentes momentos del partido.

Sin que a nadie sorprenda, LeBron James lideró el +/-  de la NBA el curso pasado con un +474 total. Pero el plus/minus tiene la ventaja analítica que también destaca a ciertos jugadores que tienen mucho impacto en el juego, aunque éste no siempre se vea reflejado en el boxscore. Exjugadores como Bruce Bowen o Kurt Rambis, o jugadores todavía en activo como Shane Battier, han tenido siempre +/- más que respetables. Hacían (o hacen) tantas cosas y tan buenas para sus respectivos equipos, que los mismos solían ganar a sus rivales mientras ellos estaban sobre el parqué.

Concluyendo, hay centenares de combinaciones analíticas posibles para diseccionar un partido de baloncesto. Las fórmulas son cada vez más completas y, usadas correctamente, pueden abrir una ventana extraordinariamente grande a la hora de dilucidar lo buenos que un jugador o un equipo son o pueden llegar a ser. O lo que es más importante, estos crecientes enfoques analíticos ayudan a resolver qué es lo que hace que se ganen o se pierdan partidos.


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