Lo veníamos contando en la antesala del Game 7 entre Clippers y Nuggets: el equipo de Doc Rivers enredaba demasiado con su perfil de estudiante listillo que, confiado de sus testadas posibilidades, dejaba todos los apuntes para horas antes del examen. Una fórmula arriesgada que sonríe a unos pocos privilegiados pero que desangró sin piedad a los angelinos.
Por saberse superiores, procrastinaron su puesta a punto durante todo el año… El funeral de los Clippers se explica desde unas estrellas que no acudieron al rescate con el edificio en llamas —Kawhi Leonard y Paul George completaron un bochornoso 0/11 en el último cuarto—; también desde la pobreza táctica del sistema, la adicción a los aclarados y a ver qué pasa, la incomparecencia de un buen número de secundarios o el lenguaje derrotista, de tanatorio, adquirido en los últimos instantes de la serie.
Porque lo que dijo Paul George de que ni ellos mismos pensaban en el campeonato, ya tal… —que diría cierto expresidente de Gobierno español—. No se lo cree ni harto de vino.
El suicidio de los Clippers encontró su némesis en los Denver Nuggets. De acuerdo que con ambos bandos en plenitud, los angelinos se hubieran hecho un sombrero con los restos de su rival. Pero el equipo de Mike Malone lo bordó desde el quinto partido: sobrevivieron a las peores temperaturas y condiciones, y terminaron saliendo con vida tras varios días sin comida ni agua.