¡Otra ronda de abucheos!

Las gradas del Rocket Mortgage rompieron en booooos! contra su equipo porque, entendiendo finalmente cuál iba ser su táctica, no la aprobaron en absoluto.

Tras firmar una notabilísima temporada, los Cleveland Cavaliers arrancaban la última jornada de fase regular con un abanico múltiple de opciones: según una combinación de resultados podrían acabar segundos, terceros o hasta cuartos del Este. Y al no depender de sí mismos en exclusiva y con varios titulares tocados (Garland, Mitchell, LeVert), optaron por afrontar su duelo ante los Hornets cargados de bajas, con los dos ojos en el retrovisor y atentos a radiomacuto.

La hoja de ruta estaba clara, y en función de lo que fuesen haciendo Knicks y Bucks, que jugaban sus partidos a la misma hora que ellos, irían maniobrando en una u otra dirección.

El gran objetivo de anoche en Ohio, pensaría uno, sería el de evitar durante todo el tiempo posible a los Boston Celtics para no tener que cruzarse con ellos hasta unas hipotéticas Finales de Conferencia. Así pues, el reto consistía en acabar la noche asentados en la 2ª plaza o, en el peor de los casos, en la 3ª. Pero en ningún caso en la 4ª.

Y cuartos quedaron. El tiro les salió por el extremo de la culata…. o tal vez no.


Al ojo cándido y noble del espectador, todo estaba saliendo según lo planeado, y una rotación formada por Strus, Mobley, Allen, Niang y Okoro estaba valiendo a los Cavaliers para dar buena cuenta de unos Hornets al desnudo.

Entonces, iniciando la última manga, llegaron noticias de radiomacuto. Los Bucks no lograban levantar el vuelo en su visita a Orlando, mientras que los Knicks sufrían de lo lindo en casa ante Chicago, avecinándose, lo que parecían, sendas derrotas por parte de sus dos rivales directos.

Eso significaba que si ellos, los Cavs, ganaban, serían, contra todo pronóstico, segundos del Este. La situación soñada para no tener que verle los colmillos a los Celtics hasta el último recodo antes del sprint de meta.

Pero, de repente, algo pasó. Con su equipo dominando el marcador por 13 puntos de ventaja, J.B. Bickerstaff dio un vuelco al quinteto dentro del parquet. Quitó ‘a los de siempre’ y a cancha saltaron Isaiah Mobley, Emoni Bates, Pete Nance (tres piezas de G League) y los acompañó de Damian Jones (tan frecuente en rotación como tu o yo) e Isaac Okoro (único titular).

¿Qué estaba sucediendo?

Pues sucedía que a Bickerstaff le habían apresado los fantasmas del pasado, y que su nivel de autoestima no se corresponde con la gran plantilla que entrena detrás. Cuando el head coach tomó la decisión de sacar a medio filial y cubrir el rectángulo de vergüenza, no estaba pensando en el anillo ni en los Celtics. Sólo pensaba en no hacer el ridículo en playoffs.

Los cocos del play-in

Quedar segundo llevaba aparejado esquivar a Boston hasta las Finales, sí, pero para ello sus Cavs deben alcanzarlas también. Y ahí está su gran temor. Porque ser segundo tiene más trampa que nunca este año.

Los Knicks, subcampeones del Este a la postre tras remontar y vencer finalmente a los Bulls en la prórroga, se verán las caras en primera ronda contra el vencedor del duelo de play-in entre el 7º y el 8º clasificado. O lo que es lo mismo: Philadelphia 76ers o Miami Heat.

Los primeros tienen a Joel Embiid de vuelta, retomando, sobre la bocina, su papel de aspirantes a todo como lo eran antes de su lesión. Y de los Heat de Spoelstra, qué decir; la Numancia protoespañola de Cornelio Escipión. El matagigantes del Este, con talento insuficiente para ganar el campeonato pero que en los últimos cuatro años acumula tres Finales de Conferencia (y dos Finales de la NBA).

Y sobrevolando a Bickerstaff, el lapidario dato que nos recuerda que la ciudad de Cleveland no ha visto ganar una primera ronda de playoffs sin LeBron James desde 1993. Y tomó su decisión: parcial de 14-32 y derrota ante Charlotte para finalizar cuartos del Este y enfrentar a Orlando Magic.

Mejor pájaro en mano, y Boston Celtics –de superar el ‘mal menor’– en segunda ronda (de abucheos), que primera volando.

(Fotografía de portada de Jamie Sabau/Getty Images)


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