Paolo Banchero, una nueva esperanza con el sello de la vieja escuela

No es habitual que aparezcan jugadores como Paolo Banchero. Suelen manifestarse sin que uno sepa muy bien cuál es el procedimiento que marca la fórmula secreta de su éxito. Paolo juega al baloncesto con una serenidad irracional. Su talento nace de los detalles y se asemeja al que tenían jugadores de otra generación. Coach K lo avisó cuando comenzaba la temporada universitaria: «Él es el verdadero negocio».

No se trata de un jugador habitual. Goza de una variedad de habilidades que rara vez se incluyen en alguien de 2,08 metros y más de 100 kilos: tiros de media distancia, mates explosivos a dos manos, paciencia y persistencia en su juego. No necesita forzar acciones para liderar a los Blue Devils en anotación, intentos de tiro o minutos jugados. Sin embargo, es sin duda el jugador más funcional sobre la pista.

En una etapa en que los jugadores de gran tamaño en la NBA son más hábiles que nunca, Banchero goza de un conjunto de capacidades que podrían trasladarle al siguiente nivel. Se da por hecho su llegada a la liga la próxima temporada. Los expertos analistas lo colocan entre las tres primeras posiciones del próximo draft, estamos hablando de unos jugadores que más atención va a captar de la próxima camada. Una de esas estrellas capaces de cambiar el futuro deportivo y mediático de una franquicia.

Su año de formación en Duke terminó hace tan solo unos días, cuando se quedó a un partido de disputar la final del Campeonato de la División I de la NCAA. Llegar a la liga procedente de una fábrica de talentos que goza de un sello de calidad como Duke, es siempre un aliciente para los equipos dispuestos a elegirle. Banchero hubiera tenido una temporada mucho mejor a nivel personal si hubiera jugado para North Carolina o Kansas. Sin embargo, el hecho de que ajustara su perfil al sistema Duke, demostró que su visión es a largo plazo y su ambición convertirse en un mejor jugador.

La influencia de su madre

Es justo decir, sin ningún tipo de miramientos, que Rhonda Smith-Banchero es la principal responsable del éxito de su hijo Paolo. La madre de la joven estrella también fue jugadora profesional, primero a nivel universitario y posteriormente en Sacramento Monarchs de la WNBA. Mientras Paolo y su familia hacían entrevistas con las distintas universidades dispuestas a captar su talento, una conexión especial que tuvo Rhonda con Coach K. provocó la llegada de su hijo a Duke.

Su influencia no solamente se limitó a decidir su equipo de formación. Como ex-jugadora profesional, Rhonda tenía mucho que enseñarle a su hijo. El baloncesto femenino todavía conserva fundamentos técnicos que en el masculino se han visto desplazados por el carácter atlético predominante. Como ha reconocido la propia Rhonda, exponer a su hijo al juego femenino fue un gran paso adelante en su formación.

«Si vas a entrenar, entrena bien. Es importante perfeccionar los fundamentos antes de perderte en otros trucos», explicaba su madre. «Siento un inmenso orgullo al ver jugar a Paolo. Lo veo crecer en la pista a medida que pasan los partidos. Todo su trabajo y horas en el gimnasio se muestran en su juego y en su liderazgo silencioso. Es un gran compañero», afirmó en medio del March Madness.

Fundamentos de otra generación

En su primera y única temporada universitaria, Paolo, a pesar de jugar en un equipo con aspiraciones colectivas, ha brillado con luz propia. Sus promedios han sido sobresalientes tratándose de un freshman: 17,2 puntos, 7,8 rebotes y 3,2 asistencias por partido. Números que evidencian como Banchero es un jugador completo y lleno de recursos, mucho más que un anotador puro o una fuerza de la naturaleza.

Una de las particularidades que se disipan en el juego de Banchero es el tiro de media distancia. Este tipo de lanzamiento, casi obsoleto en el baloncesto actual, es habitual en su estilo de juego. Desde esa zona tira con una frecuencia considerable, incluso después de bote y en medio de un drible. Es curioso que, a pesar de su tamaño, su perfil de tiro se parece más al del tirador como DeMar DeRozan que al de Bam Adebayo. En su contra, cabe mencionar que tiene una predilección peligrosa por este tipo de movimientos. Abusar de este tiro, más aún si estás bien defendido, puede suponer un hándicap en su llegada a la NBA. A su favor cabe mencionar que, a pesar de la complejidad, tiene buenos porcentajes.

Lo que le convierte en un jugador todavía más interesante y old school son sus movimientos en el poste bajo. En la NCAA no se ha encontrado defensores capaces de pararle en esa situación. Demasiado rápido para los rivales grandes y demasiado alto para los veloces. Su historia guarda similitudes con la de Anthony Davis, que aprendió la mayor parte de sus fundamentos antes de pegar el estirón. Banchero también empezó su carrera jugando como base, hasta que alcanzó su tamaño actual.

El jugador de los Blue Devils puede ser el elegido para romper la mala racha de jugadores altos salidos de la prestigiosa academia. Desde el año 2000, Duke ha formado a seis jugadores elegidos en primera ronda que medían al menos 2,08 metros. Ninguno de ellos ha logrado ser All-Star. Banchero, con estas habilidades tan atípicas, podría convertirse en la excepción de la norma. Sin lugar a dudas, es un prospecto por el que vale la pena arriesgar una elección.

(Fotografía por Jamie Squire/Getty Images)


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