Algo pasa en Dallas. Los Mavericks sumaron este martes su sexta derrota consecutiva ante Phoenix Suns tras un triple final de Devin Booker. Once puntos de ventaja en el tercer cuarto que se redujeron a cinco en el último y que se difuminaron por completo tras el acierto del escolta. Lo intentó Luka Doncic a la desesperada sobre la bocina pero su lanzamiento desde larga distancia fue escupido por el aro. No hubo momento mágico bajo su firma pero sí gestos de rabia y una gran frustración.
Esta reacción contrasta por completo con las constantes sonrisas y triunfos que devolvió el pasado curso. La temporada 2019-20 fue convulsa pero esperanzadora. Repleta de obstáculos pero también recursos –así como una inercia positiva– para superarlos. Rick Carlisle recuperó sus habituales experimentos con muchos quintetos, rotaciones y ajustes diferentes durante las primeras semanas.
Cuando finalmente dio con la tecla mediante una apuesta directa por el ataque –en defensa no podía exprimir mucho más– las lesiones amenazaron con desmoronar una regular season que señalaba seriamente a los playoffs. La grave lesión de Dwight Powell debilitó el juego interior pero la tendencia positiva empujó a los Mavericks hacia su primera aparición en post-temporada desde 2016. Entonces, subirse al carro de un Luka Doncic desencadenado era una apuesta segura: el sorprendente récord de 43-32 firmado por Dallas vino acompañado, a nivel individual, por su participación en el All-Star Game, una plaza en el Mejor Quinteto de la Temporada y un cuarto puesto en las votaciones para el premio al MVP.