Para los perezosos, os ahorraré el sermón que sigue a este primer párrafo. Lo que le pasa a los Milwaukee Bucks es que han tenido —y siguen teniendo— demasiadas bajas para afrontar el primer tramo de temporada. Brook López lleva desde el primer partido de temporada engrosando una lista de bajas en la que ya figuraba Donte DiVincenzo. A ellos se han ido uniendo uno tras otro Khris Middleton, Rodney Hood, Jrue Holiday y Bobby Portis. Estos dos últimos recién salidos de su periodo de minutos restringidos. El resultado es que Thanasis Antetokounmpo acumula esta temporada las mismas titularidades que en toda su anterior carrera NBA.
Pese a que la explicación al pírrico 4-6 que figura en el casillero de victorias/derrotas se puede explicar con la sencillez de echar un vistazo a la enfermería del equipo, lo cierto es que a los Bucks les está costando asentar ideas más allá de las bajas. Como era de esperar, Milwaukee no se está permitiendo caer en el cinismo de la situación y Mike Budenholzer no deja de intentar cosas buscando victorias que encarrilen el camino de espinas por el que pasan. Un equipo campeón no debería dejarse ir, y menos con un Giannis tan pletórico como el que se está viendo. Pero ninguno de estos recursos terminan de funcionar.
En la mitad mala del rating defensivo
Por raro que suene en un grupo forjado a través de su carácter defensivo, es justo en este asunto donde toca poner la lupa con más inquina. Ahora mismo los Bucks ocupan el decimoséptimo puesto en la tabla de mejores defensas por cien posesiones según NBA Stats.
La marcha de PJ Tucker y las ausencias mencionadas han obligado a renunciar a la defensa de cambios para optar por un sistema mixto. Ante mano a mano o bloqueo y continuación los Bucks ya no recurren por defecto al drop, donde el defensor primario persigue a poseedor mientras el pívot recula. Ahora, sobre todo en las acciones que involucran a Giannis, están intentando saltar al manejador por encima de la línea de tres para que al defensor primario le dé tiempo a recuperar su marca. No obstante, se nota que no es una conducta demasiado trabajada, pues los rivales encuentran con demasiada facilidad el corte hacia el aro. La ayuda sobre balón tarda demasiado o es poco agresiva como para cerrar líneas de pase y el defensor que debería saltar desde lado contrario nunca llega a tiempo.
Aquí un ejemplo. Y aquí otro un poco más complejo.
El resto de secuencias defensivas que antes el equipo realizaba con suficiencia y ahora mismo no, sí se explican en base a la falta de talento en ese lado de la cancha. Para demostrarlo, nada mejor que volver los pasos sobre su celebérrimo drop y notificar que, obviamente, Bobby Portis o Thanasis no son Brook López. En los momentos de mayor zozobra, los rivales han masacrado esta forma de defender el dos contra dos con especialistas en la media distancia o el floater. Sin embargo, sin la maestría del veterano pívot, la ventana que queda abierta es la del mate a espaldas. Una acción que cuenta con todas las papeletas de acabar en canasta.
Otro recurso que están tratando de introducir es la defensa zonal 3-2. Pero las desconexiones que sufren cuando emplean esta disposición son demasiado sangrantes como para convertirla en discurso.
Flaquezas donde había puntos fuertes
En la era Budenholzer los Bucks se han caracterizado por permitir muchos tiros de tres al rival. A cambio de proteger la zona con uñas y dientes, la defensa invitaba al tiro perimetral. Esto les convertía en un equipo tremendamente eficiente a lo largo del año, pero normalmente las defensas más dominantes no deben caer en la teoría de la manta. Esa que dice que si te tapas una parte del cuerpo dejas otra al descubierto.
La llegada de Jrue Holiday y la evolución general del sistema defensivo convirtió a Milwaukee en un equipo mucho más versátil a ese lado de la pista. En los momentos de la verdad, los Bucks son una trituradora defensiva, pero en el día a día, su talento les permitía ser un armazón sin aparente esfuerzo. Durante este inicio de temporada, siguen siendo capaces de mostrar esa versión impenetrable a primera vista, pero no pueden sostenerla en el plano general.
Sobre todo porque la defensa se sigue comportando cómo si pudiesen puntear cada tiro, pero la endeblez del interior acaba abriendo fugas en el resto de zonas. La temporada pasada los de Budenholzer fueron el conjunto que menos puntos permitió en la zona restringida de toda la NBA. En los últimos cinco partidos son el quinto que más. Lo cual no solo parte de la falta de Brook López, sino de lo permisiva que se está mostrando la línea exterior con las penetraciones rivales. Holiday está renqueante, George Hill ahora mismo está lejos de ser una ventaja defensiva y Grayson Allen, pese a su buen inicio en ataque, no compensa ni de cerca la presencia física de DiVincenzo.
Impotencia ofensiva con sabor añejo
Personalmente, no creo que el ataque deba ser una preocupación al largo plazo. Los malos partidos ofensivos de los Bucks siempre han dejado una abrumadora sensación de falta de ideas a media pista. Pero como esto no es nuevo, sabemos que estos apagones no están reñidos con mantener el tono los 48 minutos e intercalarlo con momentos de verdadera lucidez ofensiva. Especialmente involucrando al big three en situaciones de dos por dos con Holiday y Middleton como manejadores.
De hecho, parte de la caída en ataque se debe a los problemas surgidos atrás, y es que, a causa de haber dejado de ser más permisivos y menos dominantes en el rebote defensivo—pasan de un 37% el curso pasado a un 35,6%—, los Bucks no pueden recurrir al ataque en transición tanto como les gustaría. No solo en acciones de contraataque al uso —dos menos por partido con respecto a la temporada pasada—, sino en ataques con la defensa sin asentar.
Si Milwaukee no ataca como quiere es porque lo que precede a la ofensiva no funciona como cabría esperar y por la obvia falta de talento diferencial a la que le condenan las bajas. Como consecuencia, sus partidos caen demasiado en la moneda al aire que es fiarle todo a un gran volumen desde el triple —están por encima de los 40 intentos por noche con un 5% menos de acierto que el curso anterior—.
Y hasta aquí un texto que quizás quede obsoleto en unas semanas cuando el campeón coja velocidad de crucero hacia la cabeza de la Conferencia Este. Pero si el regreso de los caídos no hace que las piezas encajen, habrá que volver a poner a examen a un proyecto cuya ausencia de plan ‘b’ ya les deparó demasiados dolores de cabeza en el pasado.
(Fotografía de portada de John Fisher/Getty Images)