«Era una relación extraña. Todos éramos amigos en la pista, pero Ray siempre iba a su bola. Simplemente así es como era él», contaba de Ray Allen su excompañero y hermano de Big Three, Paul Pierce.
El mejor triplista de todos los tiempos era un tipo metódico hasta la extenuación. Profundo, como bien transmite en la ‘carta a su yo de 13 años’, y con una historia detrás para vender cien novelas. El bueno de Ray era un jugador y ser humano absolutamente exclusivo.
«Incluso cuando jugábamos juntos (los Celtics del anillo), estaríamos cenando todos por ahí y Ray no aparecía. Nosotros íbamos a sus eventos importantes, pero Ray no aparecía a los del resto», confesó Pierce, en una entrevista a ESPN, publicada en el año 2015.
Ray y Rondo
«Se lo dije a él. Le dije, ‘tío, Ray, todos te apoyamos en tus cosas, pero tú no vienes a las nuestras’. Recuerdo cuando Rondo renovó con Boston, tuvimos una pequeña cena en un restaurante y Ray no vino», contaba Pierce.
Y la leyenda de los Celtics, Pierce, también delató una sintonía algo enrededa entre Allen y Rondo. «Sé que Ray probablemente no apreciase tanto a Rondo, pero no era cuestión de que le apreciase o no. No hace falta que te guste todo el mundo con el que juegas. Es cuestión de mostrar apoyo. A Rondo, probablemente, tampoco le gustase demasiado Ray, pero vino a los eventos que organizó. Como un ‘hey, estamos juntos en esto'», continuaba Pierce.
La confesión de Pierce —insistimos, del año 2015— no ha de sonar a represión sobre Allen. Simplemente, desnudó los vestidores de aquellos Celtics campeones.
«No es algo malo sobre Ray. Teníamos una gran relación en la pista. Pero incluso el año que ganamos (el anillo), después de un partido decíamos ‘vamos por ahí a cenar algo’. Íbamos por ahí, pero éramos Kevin (Garnett), Sam (Cassell) y yo, pero no Ray. En muchos aspectos, Sam, Kevin y yo éramos nuestro Big Three».
Una de las mentes más comprometidas con el baloncesto que ha pisado una cancha de baloncesto, y a la vez una personalidad rebuscada para sus compañeros. «Así era Ray. Sin ningún tipo de rencor por ello. Todos pusimos de nuestra parte para no hablar demasiado después de separarnos, pero no es que hubiera demasiado», finalizaba Pierce.
Con el anuncio de su retiro, corren ríos de tinta sobre Ray Allen, la leyenda del triple y de los «viejos hábitos aburridos» que llevan al estrellato. Una mente embriagada de baloncesto hasta la extenuación. Nunca leeremos lo suficiente para cansarnos de Ray Allen.