Y de repente, Spencer Dinwiddie

Enero en Brooklyn, Spencer Dinwiddie da la victoria a los Nets contra Minnesota con una canasta final. Enero en Detroit, Spencer Dinwiddie da la victoria a los Nets con una canasta final. En ninguna de las dos escenas, ambas con el rival colgado prácticamente de él, ni Dinwiddie se vuelve loco ni lo celebra como si le fuera la vida. Nada de eso. Y no lo hace porque ahora que se lleva tanto la palabra proceso, él está inmerso en el suyo propio. Aunque suene vanidoso, Spencer Dinwiddie no muestra demasiada alegría por sus tiros ganadores porque, simplemente, él espera esto. No tanto ganar encuentros ajustados con tiros agónicos, y extraordinarios, como ante Detroit, sino que el escolta espera de sí mismo brillar.

Fue ese un apunte que hizo tras tumbar a los Pistons. El californiano había trabajado desde su llegada a la NBA en 2014 para noches así. Por eso no le sorprende su estado de forma, el mismo que ha hecho de los Nets un plantel competitivo justo cuando sus exteriores más importantes, D’Angelo Russell y Jeremy Lin, cayeron en combate. Russell ha vuelto a la rotación hace unos días, pero Spencer Dinwiddie sigue de titular en los Nets.

Como el día que lo fue, por primera vez este curso, con Brooklyn y ante los Cavaliers de LeBron. Era octubre de 2017, los de Brooklyn dieron una de las sorpresas del inicio de curso y Dinwiddie batió su récord personal de anotación (22 tantos). Ese tope profesional lo ha superado varias veces en esta campaña hasta fijarlo, de momento, en 31 puntos ante Toronto. No es en la única faceta en la que ha crecido este exterior, que con 13,3 tantos de promedio, firma 6 más que los registrados también con los Nets en la 2016-17. Dinwiddie ha llegado igualmente a su récord profesional de asistencias y de tapones y ha igualado el de rebotes y el de robos.

“Enséñanos algo”

Kenny Atkinson, el entrenador de los Nets, le dijo antes de su primer partido con los Nets. “Sal ahí y enséñanos qué puedes hacer”. Era diciembre de 2016 y acababa de ser firmado desde los Windy City Bulls, el afiliado de Chicago en la G League. Allí había acabado Dinwiddie después de ser cortado por los Bulls en el training camp. Una decisión que tampoco le sorprendió, porque era el único base del plantel sin contrato garantizado. Lo esperaba. Como quizá también esperó su salida de los Pistons meses antes. Había sido enviado en junio a los Bulls a cambio de Cameron Bairstow, quien no volvió a jugar en la NBA.

No sabemos si Dinwiddie se refiere al australiano cuando lamenta en un reportaje para la CBS que todos los jugadores no pueden hacer carrera en la NBA. A él le ha costado horrores, porque una cosa es entrar en la liga y otra tener los focos, ser notable y resistir a la amenaza de varias fechas de corte en su contrato, esas que marcan que superado determinado día el contrato es garantizado por un poco más de dinero. Y superada la fecha límite de 7 de enero, te lo garantizan hasta final de curso. Así han sido estos meses para Dinwiddie, que otra vez este verano deberá pelear por su sitio en una NBA que a veces es injusta y desmemoriada, sobre todo en perfiles modestos como el de Dinwiddie. Porque el de California firmó lo que firmó en diciembre de 2016 y eso enseña una 2018-19 con nada garantizado hasta el 31 de diciembre de 2018. Y sólo por 250.000 dólares hasta el 10 de enero de 2019. Mismo capítulo. La pelea no cesa con que te garanticen un contrato. Ni dos.

Venganza ante Detroit

Lo que le enseñó Dinwiddie a Atkinson se ha visto sobre todo desde hace unos meses. Los Nets suelen competir casi todas las noches y en parte es gracias a él. “Significa todo para nosotros”, apunta su compañero Quincy Acy en el citado reportaje de la CBS.

Dinwiddie tuvo la ocasión que casi nadie tiene, que es la estar en situación de vengarse y encima conseguirlo. Fue ante Detroit y en Detroit, sí, en una canasta suya con dos rectificados mientras que el cronómetro restaba centésimas. Fue un triunfo motivador. Pero él se quejó de que le habían hecho falta. No lo celebró. Ya saben. Lo esperaba.

Pero algo de regusto sí le dio aquello, porque había tumbado al equipo que se desprendió de él, con el que sumó en dos campañas prácticamente los mismos partidos que lleva ahora en la 2017-18 con los Nets. No quiso entrar en detalles en el post partido, pero sí dijo a los periodistas: “¿Cómo os sentirías vosotros en mi lugar?”.

Suponemos que bien. Pero el camino de Dinwiddie va más allá que vengarse de quien le echó en 2016 y de quien le eligió en el Draft de 2014, segunda ronda. Allí llegó tras una grave lesión meses antes con la Universidad de Colorado. “Eso cambió mi vida”. Y se inició ese trayecto del que ahora recoge sus intereses. Dinwiddie ya es algo más que el hombre al que despidió Chicago en 2016 para hacer sitio a Dwyane Wade y luego, cuadrados salarios, le volvió a contratar y le volvió a despedir. Y todo eso. Dinwiddie ya es más. Es el héroe inesperado de una franquicia con mucho futuro. Es la pieza del porvenir que quizá nadie esperaba. Nadie menos él. A sus 24 años. De repente, Spencer Dinwiddie.


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