“No deberíamos tener que recibir un puñetazo en la boca para responder”, declaró Robert Williams tras el cuarto partido de la serie. Por supuesto, el término puñetazo presentaba un carácter irónico que hacía referencia al duro varapalo recibido ante los Miami Heat en el Game 3.
Un duelo en el que no estuvo presente Williams debido a unos problemas de rodilla que le han acompañado durante todos los playoffs. Así, Bam Adebayo aprovechó su ausencia para pasearse por la pista y fulminar a los Celtics gracias a un gran primer cuarto del equipo (39-18). Su hoja de estadísticas fue demoledora: 31 puntos –con un 15 de 22 en tiros de campo–, 10 rebotes y 6 asistencias. El center de los Heat había despertado tras promediar apenas ocho puntos en los dos duelos anteriores, lo que disparó las alarmas en Boston.
Las preguntas se agolparon alrededor del cuerpo técnico liderado por Ime Udoka. ¿Cómo podían minimizar el impacto de Adebayo?, ¿podrían hacer frente a su mejor versión?, ¿Robert Williams sería capaz de soportar el intercambio físico con su rodilla dolirida? En un paralelismo invertido de aquel Game 3, tan solo se necesitaron doce minutos para responder a todas aquellas cuestiones.
Los Heat no anotaron su primera canasta hasta pasados casi nueve minutos, errando sus primeros catorce intentos. Los 31 puntos de Jayson Tatum casi duplicaron la cifra total obtenida por los titulares de Miami (18), la anotación más baja en playoffs para un quinteto inicial desde 1970. Jimmy Butler solo pudo anotar seis puntos, Kyle Lowry, tres, P.J. Tucker, ninguno, y el propio Adebayo regresó a sus guarismos iniciales de la serie con nueve tantos. Sin Tyler Herro, los de South Beach exhibieron terribles problemas para atacar en estático e hincar el diente a la férrea defensa de Boston a pesar del intento de Victor Oladipo por tomar las riendas.