Para los que no han nacido en su misma quinta, no los haya vivido (y sufrido) en televisión y no pueda conocer su legado sino a través de testimonios ajenos y compilaciones de Youtube, los MVPs funcionan como inevitable fuente a la que recurrir para verificar y medir la grandeza de un jugador dentro de su generación.
Por eso a nosotros, que los hemos disfrutado en vivo, sabemos que chirría ver a Kobe Bryant con un único MVP de la temporada mientras Steve Nash acumula dos, a la par que jugadores del calibre de Dwyane Wade o Chris Paul –dos de los mejores bases y escoltas de siempre– se marchan de este deporte sin sumar uno sólo.
Hay otro galardón, el MVP de las Finales, que depura de cuando de cuando esta percepción incompleta de dominio, ampliando un poco el campo de reconocimiento (con el propio Wade en 2006, Tony Parker en 2007 o Paul Pierce en 2008).
Una injusticia inevitable
Y es que es algo obvio: no hay MVPs para todos, y es sumamente sencillo coincidir en el tiempo con un elenco de superestrellas tal, que te toque irte sin saber a qué sabe.
Paradigmáticos ejemplos de ello: Jerry West, George Mikan, Elgin Baylor, George Gervin, Isiah Thomas, John Havlicek, Dominique Wilkins, Scottie Pippen, John Stockton, Patrick Ewing, Rick Barry, Clyde Drexler, James Worthy, Dwight Howard, y en breves añadiremos a esta lista a Kawhi Leonard y Anthony Davis.
Y muchos otros.
La criba del ’65’
Si ya de por sí es complicado ganar un MVP, ahora lo es un poco más, tras el filtro que introdujo la NBA como condición insoslayable para aspirar al premio: jugar un mínimo de 65 partidos del total de 82.
Y es que el MVP, además de la excelencia, también premia la regularidad. Desde 2024, para todo gran broche individual (DPOY, MIP, All-NBA), lo exige sin excepción.
Para ser regular hay que ser constante, por lo que los altibajos, las lesiones y el tan en jaque load management, son barreras acérrimas a este reconcimiento.
Y aunque sólo tiene 25 años, el que aspira a competirle a Nikola Jokic el trono de mejor jugador europeo de la historia hasta que le toque el turno a Wembanyama (Dirk Nowitzki hace rato que quedó a la sombra del serbio), maneja todos los ingredientes para, año tras año, quedarse a las puertas de ganarlo.
Casi desde el mismo día en que salió del Draft, con la tercera gorra, supimos que iba a ser un fijo en la conversación. Desde su segundo año en la Liga, y van cinco desde entonces, su peor puesto en el ranking por el MVP en número de votos, ha sido el octavo. Su mejor marca, el tercer puesto de la pasada campaña.

Casi imposible este año
En la 2024/25 navega en quinto lugar, según el MVP Award Tracker de Basketball-Reference, por detrás de Giannis Antetokounmpo, Jayson Tatum, Shai Gilgeous-Alexander y Nikola Jokic, que es quien lidera la tabla.
Por si estos cuatro nombres no fueran escollo suficiente para alzarse con su primer MVP de regular season, el base de los Dallas Mavericks es, de entre los diez primeros máximos candidatos, el que menos partidos ha jugado hasta la fecha. Sólo 20 de 28 posibles. O lo que es lo mismo, es quien más compromisos se ha perdido.
En otras palabras y poniendo la totalidad del curso en perspectiva: sólo puede ausentarse en otros 9 de los 54 encuentros que quedan de RS, o quedará automáticamente descalificado para aspirar al premio.

Sus números individuales están claramente por debajo de los que firmó el año pasado donde, recordemos, sólo logró ser tercero.
En cuanto al récord del equipo (algo también vital llegado el momento de las votaciones), en la 23/24 los Mavericks terminaron quintos de la Conferencia Oeste, con un balance de 51 victorias y 31 derrotas. Actualmente son cuartos, con una marcha de 18-10, con una progresión de triunfos casi idéntica a la campaña anterior (64,3% de partidos ganados).
Admiradores… y detractores
Y luego está el componente emocional, que a pesar de la presunta objetividad profesional de los votantes, juega y mucho.
Y Doncic es de esos que genera sentimientos encontrados.
Por su forma de dirigir (amasa mucha bola), por su forma de reaccionar al contacto (los árbitros le adoran) por su forma defender (casi imperceptible) y de anotar (sus highlights hace tiempo que están huerfanos de despliegue atlético) hay muchos que, aún reconociendo su descomunal talento, no terminan de ‘comprar’ al esloveno.
Los años pasan… y el MVP (ese barómetro histórico de cracks), centímetro a centímetro, se aleja.
(Fotografía de portada de Kevin Jairaj-Imagn Images)