El sostén al garbo de los equipos jóvenes con ganas de ganar

Los grandes conjuntos de jugadores lo son por la simbiosis que existe entre ellos para jugar juntos, pero también porque hubo una cabeza pensante que supo empastar los diferentes perfiles para que el juego pudiera funcionar. No es un nuevo fenómeno, es tan antiguo como el propio deporte.

En baloncesto, concretamente, se suele hablar mucho de los «intangibles» cuando se toca este tema. Los intangibles son ese cúmulo de cualidades o acciones que no pasan por el filtro de la estadística, que no son un dato, pero necesarios para otorgar el plus de calidad a un jugador o equipo.

Todos los equipos necesitan a ese jugador. Ese jugador que sepa desarrollar este tipo de capacidades. Suele estar ligado a estar más apartado de los focos que los demás compañeros. No es lo mismo hacer un doble-doble con 20 puntos y 20 rebotes que tocar balones en líneas de pase, hacer 2vs1 en defensa o poner esos bloqueos que son canastas. Los afamados boxscoristas pierden perspectiva obviando estas otras cosas.

Los equipos jóvenes suelen adolecer de impulsos e ímpetu, todo ello en exceso. Es vital que exista ese perfil que filtre mejor los ritmos para contrapear. A ellos nos referimos.

Aclaremos: ¿qué equipos?

Hay algunos otros conjuntos que no vamos a desgranar. Explicamos por qué.

  • Bucks, Wizards, Celtics, Blazers y Jazz. Son equipos con una plantilla de menos edad que el resto, pero no les incluímos en este debate por estar ahora mismo o haber estado recientemente en una posición de poder o haber avanzado rondas en playoffs. Middleton, Gortat, Bradley, Nurkic o Johnson pueden ser ejemplos de pasado cercano o presente candente en estos citados equipos.
  • Kings y Suns. Son dos de los conjuntos realmente jóvenes. El problema para ellos es que la reconstrucción debe continuar. No parece que ninguno de estos equipos esté preparado para dar el salto inmediatamente.

En estas líneas hablaremos de franquicias con un proyecto que destaque por su juventud, pero también que esté ya en la orilla para dar el próximo gran paso. Por eso trataremos los casos de Minnesota Timberwolves (Conferencia Oeste) y Philadelphia 76ers (Conferencia Este).

Wolves: Crawford, el espejo

Jamal Crawford continuará en los Timberwolves con ese rol de lucha por ser Sexto Hombre del Año, amasando minutos saliendo desde el banquillo. Así lo propone Tom Thibodeau. Lleva más de una década dando resultado esa estrategia.

Para Crawford será un renacimiento, una especie de nuevo comienzo. No sólo porque haya llegado nuevo al equipo, que también, sino por retomar la ilusión por hacer crecer un proyecto ilusionante y querer llevarlo a lo más alto. Así le sucedió en los Clippers, aunque el final no fue el esperado, y ahora probará suerte en Minny.

En él se ven otros compañeros. Es la figura del líder veterano, del espejo en el que mirarse. No es silencioso, porque siempre suele decir todo lo que piensa. Debe ser el que espolee a los más jóvenes a mejorar y subir el nivel.

En cuanto al juego: será la referencia anotadora cuando haya retoques por rotación. Ya le conocemos de sobra. Tiene un dominio como no hay otro en el uno contra uno por sus dotes de jugador callejero, lanza bien de tres y sabe retocar los tiros para evitar tapones y que entren. No será de los que participe más en transiciones o contrataques, no es su especialidad, pero su calidad pondrá en un brete a las más fieras defensas y tiene la capacidad de desatascar situaciones adversas si otros como Dieng, Bjelica o Muhammad no están acertados de cara al aro. Un maestro en finales de posesión. Deberá adaptarse aún a los inamovibles sistemas de Thibs.

Sixers: Covington, el pegamento

Robert Covington supondrá otro perfil diferente a cubrir. Él es joven, pero veterano ya en este conjunto en comparación con sus compañeros. Conoce los planteamientos de Brett Brown a la perfección y es uno de los encargados de plasmarlo en la pista. Las luces están en otros ya. Embiid es una sensación dentro y fuera de la pista, una verdadera estrella. Simmons ha comenzado su carrera y está tocado por los dioses. Fultz es la esperanza, la pieza que les faltaba. Pero, pese a ello, Robert sigue en la picota más que nunca.

Se ha comido todo lo malo. Él sí que se ha creído el lema Trust the Process, ahí sigue. Las estrellas de menos edad no han logrado quitarle aún el sitio y será una de esas piezas de enlace entre generaciones que podría hacer que los Sixers pegaran el estirón que la afición de la NBA está esperando.

El sentido de que sea él el que protagonice esta clave es precisamente el complemento. Como pollos desbocados, sus compañeros podrían desviarse de todas las funciones a atender, algo que el alero de Bellwood controla perfectamente.

En cuanto al juego: será el que ponga el ritmo a la defensa del equipo. Covington se ha vuelto también un muy buen jugador de esos que se conocen como two-way, de los que destaca en ambos lados de la cancha. En ataque va a rachas, eso es verdad, pero no es ahí donde debe focalizarse. Si la alineación titular continúa con él de ‘3’ junto a Embiid, Simmons o Redick, la sensatez a la hora de medir los ritmos debe pasar por él. La inspiración del camerunés no se puede frenar y los contraaataques/transiciones del australianos son algo que va a ir como marca de la casa, y ahí deberá actuar Covington como sostén para que no se resquebraje el equipo por otro lado. En situaciones de estático, buenos movimientos para liberarse y anotar desde fuera. Con él y los demás, ganar a Phila el rebote podría volverse una quimera.


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