Stephen Curry, mejor tarde…

Seguramente, en cuatro de cada cinco cabezas —o más— Stephen Curry no esté entre los mejores jugadores de la temporada 2016-17. El último MVP que ha conocido la NBA, y por partida doble, excluido siquiera de entre los dos mejores bases del ejercicio. ¿Qué ha pasado? ¿Stephen Curry ha perdido su ‘mojo’? No, y lo cierto es que la versión primaveral del base de Golden State Warriors recuerda más que nunca al jugador cuyo ejercicio regular enamoró al mundo 2015-16. Analizamos a continuación el año de Curry sabiendo que ha vuelto justo a tiempo. Para los playoffs.

Qué duda cabe de que Curry aceptó, a comienzos de curso, compartir parte de su parcela por el bien común. La llegada de Kevin Durant montaba una casuística totalmente nueva en Oakland. La primera opción encriptada en el ataque del equipo ya no sería ese enjambre de bloqueos indirectos y directos para un tiro rutilante de Curry. O de Klay Thompson en su defecto. Tampoco disfrutaría de barra libre en cuanto a improvisación perspicaz en ataque, justo la cualidad que le hace ser un jugador inmune al plagio.

Sitio para Durant

Tocaba etapa de adaptación. Así lo fue durante los primeros meses de competición. Sitio para un Kevin Durant que fue el mejor jugador de los Warriors hasta su lesión. Curry intentaba encontrar su hueco. Serpentinas varias de vez en cuando pero no tan fiel a su más alta virtud: la jugada personal. 20,9 puntos por partido en diciembre fueron su saldo más bajo del año. Pero de ahí fue hacia arriba. 27,8, 24,2 y 25,5 en los meses siguientes. Había recuperación, progresiva y callada.

Hasta el entrante mes de abril, donde en cuatro partidos disputados, Curry promedia 34,3 puntos y ha pasado de 40 tantos en dos noches. El Stephen de siempre ha hecho el camino inverso este año. Una regular season buena. Muy buena. Con 25,3 puntos —segunda producción más alta de su carrera— y 40,8 por ciento en tiros de tres. Y ojo al detalle. Curry ha hecho más puntos este curso que en el de su primer MVP (23,8). Insistimos, temporada casi sobresaliente. Pero sin la excelencia unánime del pasado curso. Faltaba ese jugo de inconsciencia deportiva que le hace único.

Su jugada imposible

Decimos que Steph ha hecho el camino inverso este año. Temporada regular en el mundo mortal y su mejor versión ha llegado con la postemporada en el mapa —y sin KD en pista, también hay que decirlo—. No hablando solo de números basamos la recuperación del gran Curry. El base de Warriors es de esos jugadores a los que se mide por sensaciones. Por el número de veces que intente una jugada imposible. Curry es, parecido a Ricky Rubio, un jugador al que medir por disfrute. Cuando realmente disfruta y mejor lo hace es cuando más difícil se pone a sí mismo las cosas. Ese ilusionismo personal suyo que nos habíamos acostumbrado a ver y que esta temporada ha tardado en llegar.

Pero Stephen Curry quiere bailar al son de las redes. De nuevo. Esta vez habiendo cambiado el camino. Sin una temporada regular engañando a lo realista —y después playoffs irregulares, como el pasado curso, ha entrado en trance a partir de marzo. No luchará por el MVP este curso pero si el esprint le llega hasta bien entrado junio, habrá demostrado madurez. Perdió ayer para ganar mañana. Por el bien común pagó el peaje de la adaptación. Porque ya sabrá Stephen Curry que más vale tarde…


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.