Vander Blue: los Lakers sí o sí

En apenas una semana, Vander Blue (Milwaukee, 1992) ha disputado casi los mismos partidos en la NBA que en toda su trayectoria anterior. Lo cual no es mucho y a la vez sí lo es. Porque Vander Blue, formado en la Universidad de Marquette, de donde salieron estrellas de la liga como Jimmy Butler o Dwyane Wade, o el actual entrenador de los Clippers, Doc Rivers, ha conseguido en ocho días de noviembre toda la estabilidad que jamás tuvo en sus pequeños periplos anteriores en la NBA.

El 9 de noviembre, en la derrota de los Lakers ante los Wizards, Luke Walton entregaba la cuchara a falta de poco más de tres minutos. Sin ninguna opción de ganar el duelo, decidía sentar a Lonzo Ball. En el lugar del número 2 del Draft de 2017 entraba Vander Blue. Para muchos, serían minutos de la basura, pero para el MVP de la G League 2017 era el regreso a una liga que le había pateado en 2015 y a la que jamás había regresado.

Hasta ese partido de ante los Wizards, Blue sólo sumaba 5 noches en la NBA, 3 con los Celtics en 2014 y 2 con los Lakers en 2015. El resto, tiempo en la G League, donde fue el mejor jugador del curso pasado, donde suma 184 partidos entre liga regular y playoffs y donde dijo hace unos meses que no regresaría. Pero lo hizo, al menos parcialmente. La visión cambia si se vuelve a ese lugar a veces tan inhóspito como es la liga de desarrollo con un contrato dual bajo el brazo, que no garantiza absolutamente nada, pero que te permite una puerta para lidiar 45 días como máximo con una franquicia NBA. Que no es poco.

Ganar minutos como sea

Su papel no parece que vaya a ser espectacular en una plantilla donde por delante tiene no solo a Ball, sino a Kentavious Caldwell-Pope y a Jordan Clarkson. Su reto será amarrar oportunidades antes que Josh Hart, Tyler Ennis o Alex Caruso, el otro jugador de los Lakers con un contrato dual.

Tras volver a vestir la camiseta de la entidad californiana en un partido oficial después de dos años y medio, Blue jugó otros tres partidos consecutivos. En un jugador de su calidad, sorprendió y sorprende que los únicos puntos hasta la fecha sean los 2 anotados ante los Wizards. Luego, 15 minutos ante los Bucks en los que no lanzó a canasta. “Pero hizo las jugadas correctas. A veces es suficiente”, apuntó Walton. Fue una velada especial para Blue, de vuelta a su tierra, Wisconsin, de vuelta a su Universidad de Marquette, en la que entrenaron los Lakers antes de medirse a Milwaukee.

Un doble duelo ante los Suns, saldado con 5 minutos en cada uno y ni un lanzamiento a canasta, sirvió de culminación a la semana de regreso de Blue a su equipo, a los Lakers, en los que se ha empecinado en estar. Por ello, ha aguantado tres cursos, pocos lo hacen, en una misma franquicia de la G League. En su día los D-Fenders, hoy renombrados como los South Bay Lakers, donde el base empieza su cuarta temporada seguida en la liga de desarrollo.

También aquí, en esta competición, ha saltado a la pista, un único partido el que ha podido jugar antes de ser llamado a filas por los Lakers. Fue ante el vinculado de Golden State, los Santa Cruz Warriors de otro de los hombres llamados a dominar la G League, NBA mediante, como es Quinn Cook. Ese día, derrota de los South Bay Lakers, pero 45 minutos y 30 segundos de Blue, con 25 puntos y 8 rebotes, aunque un discreto 8/20 en tiros de campo.

Del gran disgusto a la pequeña alegría

Tras ser MVP de la G League, Blue firmó una muy buena actuación en Las Vegas Summer League: medias de 15 puntos, 3 asistencias y 3,8 rebotes en 27,5 minutos de juego. Disputó 8 partidos, 6 de titular y pudo ser parte importante de esos Lakers que ganaron el título, comandados por Lonzo Ball y por Kyle Kuzma. Blue, esencial en la final, no había empezado bien el torneo y se había sentido frustrado tras sólo jugar 3 minutos del segundo duelo ante los Celtics. Esto fue un lunar en un verano que luego remontó y que terminó, a finales de julio, con su contratación por los Lakers por un año. No garantizado, pero un año. Tocaba pelear por un puesto.

Y tocaba disgusto, como en 2013, cuando fue cortado después de 5 partidos de pretemporada con los 76ers y emprendió una fallida experiencia en Israel, su única en el extranjero hasta la fecha. O como en 2014, donde tras ya haber debutado en la NBA con los Celtics merced a un contrato de 10 días, era cortado por los Wizards sin que disputara ningún encuentro del training camp previo a la 2014-15.

Ese disgusto fue otro despido, quizá el más doloroso, porque Blue había estado tres cursos, desde ese corte de Washington, sí o sí en el vinculado de los Lakers. Sí o sí en los D-Fenders, haciendo su camino. Y con la única recompensa de dos partidos en las postrimerías de la 2014-15. Luego, la nada, dos temporadas en la G League viendo cómo llamaban a otros compañeros con peores prestaciones, o quizá, para ser justos, compañeros a los que muchos no pensaban que llamarían de la NBA antes que Blue. Lo tuvo que vivir en sus propias carnes. No importaba tanto la diferencia salarial, el hecho de que en 10 días ganes el doble que los 22.000 dólares de máximo al año en la G League. Para Blue, nunca excesivamente preocupado por el dinero, como siempre reconoce, la frustración era constantemente preguntarse por qué no era requerido por los Lakers.

El despido del 14 de octubre de 2017 nadó en esa dirección, pero tenía una pequeña recompensa detrás. Y ese premio menor, o mayor, según se mire y se valore, era un contrato dual. Nada estaba asegurado, pero los Lakers podían tirar de él en cualquier momento del curso y durante 45 días. Y ese telefonazo llegó pronto. Quizá no es mucho, pero peor habría sido estar en la G League a la que juró no regresar sin la posibilidades que ofrecen los two way contracts.

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Seguramente, cuando Blue se enroló en los Lakers en verano, consideraba que merecía más. Pero la NBA no suele mentir. De momento su sitio es pelear por esta en la rotación de una de las mejores franquicias de la historia de la liga. Que para alguien que ha estado tres años a las puertas de la misma, en la acera de al lado, puede ser muy poco o bastante. Según se mire. “Pasar de los vuelos comerciales a los vuelos privados es una gran diferencia”, aseguró después de su fugaz reaparición ante los Wizards. “Todo esto me da una idea del lugar donde quiero estar de manera permanente. Simplemente tengo que seguir trabajando”.


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