Los ‘Splash Brothers’ liquidan a Houston y los Warriors se meten en las Finales del Oeste

Ganó Golden State por 113-118 en el sexto y definitivo duelo

Sabían jugar estos Warriors sin Kevin Durant. Faltaba que nos lo recordaran. Lo sabían hacer porque buena parte, casi toda, de ese quinteto de la muerte ya estaba en el anillo de 2015, donde empezó todo, y en las Finales perdidas de 2016. Aquella derrota motivó la llamada de Golden State a Durant y el ciclo se agrandó con los campeonatos de 2017 y de 2018. Quién sabe si de 2019. Sí sabemos algo: los Warriors, para su fortuna, son más que Durant. O no solo son Durant. Llámenlo como quieran.

Triunfaron los chicos de Steve Kerr en el Game 6 de las semifinales del Oeste (113-118). Ha sido en Houston y, para una franquicia acostumbrada a ganar, no hubo celebración. Meterse en las Finales del Oeste es un día más en la oficina para los Warriors. Quinta presencia seguida, con sudores, con una serie durísima. Pero triunfantes. Los Rockets, otra vez fuera. Y otra vez contra los Warriors, su fantasma, su pesadilla. Y la de James Harden. No basta con competir. No siempre. Houston perdió las Finales del Oeste en 2015, la primera ronda en 2016, las Finales del Oeste en 2018 y ahora las semifinales del Oeste en 2019. Siempre con los Warriors. En 2017 fueron los Spurs. No hay manera.

Los ‘Splash Brothers’ con Curry a la cabeza

Desempolvaban los odiadores sus dagas. Y las afilaban. El día que Stephen Curry, que ya dio un salto adelante en el quinto duelo, debía echarse al plantel a la espalda, el de Akron no aparecía. Firmaba 0 puntos al término del primer cuarto y otros 0 al descanso. Pero esa debilidad, y la ausencia de Durant, no la terminaban de explotar los Rockets. En parte porque la otra mitad de los Splash Brothers había cubierto bien a su socio. Al descanso, 57-57 y Klay Thompson en 21 puntos.

Curry entonces engrasó la muñeca a la vuelta de los vestuarios. Por los locales, James Harden seguía en sus números, en su volumen elevado de tiro. En su vida. La mejor noticia para él era que Chris Paul, solo unas Finales de Conferencia en su carrera (2018), no quería irse a casa. Todo el desacierto del Game 5 lo convirtió el base en acierto. Y los Rockets, 87-82 al término del tercer cuarto, veían el Game 7 del domingo ahí.

Curry, decíamos. Firmó 10 puntos en el tercer cuarto, listo para el escenario final, donde aparecen los jugadores de verdad. Con el encuentro convertido en un manojo de nervios, el marcador apenas se movía. Los Warriors, con un formidable Kevon Looney en pista (14 puntos como suplente) limaron pronto esa mínima desventaja. La falta de Durant obligó a Kerr a volver al quinteto de 2015 y de 2016, con Curry, Thompson, Draymond Green, Andre Iguodala (17 puntos y 5 triples) y Andrew Bogut. El australiano se quedó en 11 minutos, 3 rebotes, 0 puntos. El hombre de Kerr era realmente Looney, dentro de una rotación más abierta, con más minutos para el resto—a diferencia de quinto partido—con el ejemplo claro del cuarto de hora que jugó el secundario Quinn Cook. Shaun Livingston, 11 puntos y 4/6 en menos de cuarto de hora. Warriors 2015.

Mediado el último cuarto, el marcador se estancó. Con 7 minutos por jugarse, 97-97. Tardó en moverse. Houston aquí tuvo la enésima oportunidad para golpear a los Warriors y mandarles a la lona. Pero como en el Game 5 y como en 2018 no lo hicieron. Looney puso el 97-99. Nunca más volvió a estar ya por delante Houston, culpable de no haber roto el empate a 97 con errores y más errores.

Cuando dejas vivo a un rival que tiene a Curry cogiendo pista te pasa lo que te pasa. ¡Qué bueno es! Don Stephen puede caer mejor o peor, pueden molestar sus gestos, sus juegos con el protector bucal y sus miraditas. Pero es un espectáculo. Y tenemos fortuna de poder verlo en su plenitud. Curry se arrancó a bailar y remató a Houston. Le hizo 23 puntos en el último cuarto. Un par de triples lejanos como ellos solos, casi desde la pegatina de la mitad de la pista—permítanme la exageración—y una canasta de dos pusieron el 102-107. Porque ante la arremetida contraria, Houston manoteaba como podía. Un triple de Harden, una canasta rápida. Pero estaba todo perdido. El duelo Curry-Harden se había saldado en este tramo con 8-5 para el de los Warriors, que para más épica, tenía el dedo tocado. E iba a ser suficiente. Por si acaso, faltaba la otra mitad de los Splash Brothers, la que había sostenido a la franquicia en la primera mitad. Klay Thompson se puso el mono de trabajo, firmó dos triples seguidos y acabó con Houston. Los tres triples seguidos luego de los Rockets fueron la desesperación hecha equipo. Porque la respuesta de Golden State era dársela a Curry para que fuera al tiro libre. Y ahí no falla un lanzamiento en un último cuarto o prórroga de playoffs. Tampoco este viernes.

(Fotografía de portada: Harry How/Getty Images)


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