Tres tiros libres, dos prórrogas y una final

España es finalista de la Copa del Mundo de Baloncesto. 13 años después de la infartante semifinal contra Argentina, el cuadro de Scariolo superó un escollo aún más complicado ante una Australia a la que solo pudo imponerse tras dos prórrogas y gracias a una actuación memorable del núcleo de la selección. Los españoles ya han asegurado medalla, y ahora esperarán al duelo entre Argentina y Francia para saber contra quién se disputan el oro.

Mills gobierna ante el atasco

Tras un primer cuarto que se saldó con pocas diferencias y con un intercambio de canastas, comenzaron las hostilidades. Ambos equipos bajaron al barro, apretaron sus defensas, y obligaron al rival a dar lo mejor de sí para sumar cada punto. Y en ese contexto, el choque tuvo un dominador indiscutible.

Patty Mills fue cerebro y ejecutor de prácticamente todo en la ofensiva australiana. Sus estadísticas reflejan 34 puntos y 2 asistencias, pero ni siquiera así logran ser fieles a la actuación del base, que con cada simple movimiento se llevaba consigo la atención de toda la defensa española. Cada penetración generaba espacios para sus compañeros, sus cortes sin balón facilitaban otros pases, y sus tiros atraían a tantos defensores que facilitaban las capturas en el aro rival. Él, habiendo cogido solo uno, fue muy responsable de que los de Lemanis atraparan hasta 20 rebotes ofensivos, aspecto en el que Nick Kay, que se hizo con 11, brilló especialmente.

Por contra, todo lo que generaba el de los Spurs faltaba en España, que pasó por tramos muy previsibles y unidimensionales a nivel ofensivo que recordaron a su peor versión en la primera fase. Poca agresividad, insistencia en buscar a Marc en posiciones en las que no acostumbra a dominar, excesivos tiros de media y larga distancia sin apenas circulación… Fueron horas bajas para los de Scariolo, que se mantuvieron en partido gracias a su buena defensa pero que no parecían capaces de dar el tirón que les faltaba para igualar definitivamente el choque. De hecho, el 52-42 que lucía el marcador se antojaba como una distancia más peligrosa de lo que podría parecer en otros contextos, y transmitía la sensación de que el encuentro pendía de un hilo.

Por fin Marc

Marc Gasol estaba firmando un torneo de lo más errático. Estaba siendo importante en defensa y aportando en la distribución desde el poste alto, pero rara vez se le veía cómodo. Le costaba anotar desde el poste bajo, fallaba una cantidad sorprendente de tiros de 2 metros y, en general, estaba lejos de lo que podía ser. Hoy la cosa comenzó igual, y de hecho tras introducir accidentalmente el balón en su propia canasta en un intento de robo dio la sensación de que estaba gafado, de que este no era su campeonato y de que nada le podía salir bien. Pero la cosa no tardó en cambiar.

Cuando la ventaja de los aussies amenazaba con volverse definitiva, el de los Raptors dio un paso adelante para recordar al mundo por qué es uno de los mejores jugadores en su posición. Comenzó entonces a anotar de fuera, en la pintura, a forzar faltas, a generar ventajas desde el pick & roll, y a hacer un sinfín de cosas más que levantaron a España e hicieron a sus compañeros ir creciendo a su alrededor. Mientras la buena defensa se mantenía, el ataque se fue volviendo cada vez más eficiente hasta que el propio Marc anotó dos tiros libres que supusieron el 71-70, es decir, la primera ventaja española desde el 22-21 con el que dio comienzo el segundo cuarto. El electrónico decía que quedaban 8,7 segundos para el final, pero mentía. Quedaba un mundo y más.

El fatídico o bendito 4,60

Con dichos 8,7 segundos por jugarse, Mills recibió el balón y buscó una canasta que decidiese el partido en favor de Australia. No la encontró, pero sí forzó una falta que le daba dos tiros libres y la opción de recuperar la ventaja. Anotó el primero, pero a la hora del segundo el peso de la responsabilidad se hizo demasiado grande incluso para un hombre que llevaba cargando un país a sus espaldas durante dos semanas. El base erró, y tras un intento de Ricky Rubio desde el centro del campo que estuvo cerca de convertirse en una canasta histórica, el choque se fue a la prórroga con empate a 71.

En el tiempo extra, pese a un parcial de 5-0 de salida de España, la igualdad se mantuvo. De hecho, el conjunto oceánico no tardó en volver a ponerse por delante, de nuevo apoyado en las canastas de Mills y en su superioridad en el rebote ofensivo. Esta vez fueron ellos lo que llegaron a los instantes finales por delante (80-78) y los que mandaron a su rival a la línea de tiros libres a falta de 4 segundos para el final tras una falta de Dellavedova sobre Marc. La inamovible línea de tiros libres volvería a ser juez.

Gasol, como Mills, anotó el primero, pero a diferencia del australiano hizo lo propio con el segundo. Como ante Argentina, los lanzamientos desde el 4,60 fueron determinantes en el triunfo, solo que si aquella vez fue el de Calderón el que supuso la victoria española, esta vez fueron tres los que lo hicieron: el fallado por Patty y los dos convertidos por Marc para forzar la segunda prórroga.

Victoria de todos

En estos últimos cinco minutos ya no hubo color. Quién sabe si por cansancio, si por la sensación de haberlo dejado escapar dos veces, o por qué razón, Australia se apagó y España selló un triunfo histórico tras una actuación soberbia de gran parte del equipo. Destacaron los 33 puntos de Gasol, pero brilló también la determinación de Ricky Rubio en momentos clave, la defensa de Rudy, el acierto de Llull en la segunda prórroga o el continuo trabajo invisible de Claver. El domingo llegará una nueva cita con la historia, que pondrá un punto y final quizás dulce o quizás amargo a un campeonato para el recuerdo.

(Fotografía de portada: Yifang Ding/Getty Images)


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