La visita al United Center era sin duda una prueba de fuego para comprobar la dureza de estos Golden State Warriors. Tras 11 victorias consecutivas, se enfrentaban a los Chicago Bulls con la intención de lograr la duodécima que supondría batir el récord de la franquicia. Lo consiguieron. Gracias a la mano de Draymond Green o, mejor dicho, a su muñeca, la cual regaló 31 puntos, los de Steve Kerr acabaron imponiéndose 102-112.
«Estamos hablando de una franquicia que fue históricamente conocida como perdedora. Entró un nuevo grupo de propietarios y la cambió por completo. Es una gran sensación. Sentimos que tenemos mucha fuerza«, dijo Green tras lograr la mejor marca anotadora de su carrera con 31 puntos, incluidos 7 triples de 13 intentos.
Además de Green, no faltaron a la cita los de siempre. Klay Thompson acabó el partido con 24 puntos, mientras que Stephen Curry se fue hasta los 19.
Por parte de los Chicago Bulls, Pau Gasol logró su sexto doble-doble consecutivo con 22 puntos y 20 rebotes. También destacó Jimmy Butler, que se fue hasta los 24. Peor partido tuvo Derrick Rose, quien no quiso pararse con la prensa tras quedarse en 9 puntos y 6 asistencias con 2 de 11 en el tiro.
Un récord de hace cuatro décadas
Con la victoria de ayer, los Warriors batieron una marca que quedó establecida en la franquicia en el año 1972, más en concreto entre el 29 de diciembre de 1971 y el 22 de enero de 1972, espacio de tiempo en el que consiguieron 11 triunfos seguidos.
Reacción en el tercer cuarto
Pese a terminar ganando por 10 puntos, lo cierto es que el dominio que demostraron los de Kerr en la primera mitad, fue puesto en entredicho, en parte, por unos Bulls que se impusieron 31-18 en el tercer cuarto para quedarse a un solo punto de su rival. La reacción fue valdía, ya que los Warriors resolverían el partido con solvencia en el periodo final.