No lo ha querido decir hasta que todo ha terminado. Y tampoco es que lo notáramos. Pero el súper hombre que es LeBron James ha confesado en la rueda de prensa posterior al Game 4 de las Finales, que ha supuesto la derrota definitiva de Cleveland contra los Warriors, que desde el segundo partido de la serie jugó «prácticamente con una mano rota”.
¿Qué sucedió? Según ha comentado el propio James, todo pasó tras el primer partido, con aquella derrota dramática, los errores de George Hill y de J.R. Smith, el hecho de no pedir tiempo muerto… LeBron y los Cavaliers tuvieron la victoria demasiado cerca, pero la dejaron escapar. Y esa frustración, unida al polémico arbitraje sufrido por Cleveland, terminó por sacar de quicio a un LeBron que siempre se ha mostrado meridianamente calmado en público. Ese día del Game 1, en el vestuario, fue otra cosa.
LeBron, como él mismo ha confesado, golpeó con su mano derecha una pizarra y se produjo una lesión importante en la muñeca. Tuvo que hacerse varias resonancias y desde el segundo partido estuvo durante diferentes momentos con una pequeña escayola, señala ESPN.
ESPN Stats apunta ahora que la distancia media de los tiros de James en el primer partido fue de 3,8 metros y en los partidos siguientes bajó a 2,5 metros.
Lesión secreta y sin excusas
Pero lo decíamos al principio, LeBron no quiso que se supiera su percance para que no se pensara que estaba poniendo excusas a una posible derrota y para evitar que el enemigo supiera que tenía un punto débil. Incluso lesionado, con media mano rota, James rindió a buen nivel en lo que restaba de Finales, pero siempre lejos de los 51 puntos del Game 1, el único que hizo con la mano derecha sana. Ahora sabemos que a la fatiga de un año extenuante se unió este grave problema en la mano. En ese sentido, LeBron lanzó muy poco a canasta en el Game 4: solo 13 tiros y únicamente 1 triple. A pesar de todo ello, fue sin lugar a dudas el mejor de los Cavaliers.