Hay jugadores que llevan lo de ser entrenador en el código genético. Normalmente a un profesional se le nota cuando tiene dotes e intención de sentarse en el banquillo una vez acabe su carrera. En la actual NBA vemos casos como los de Jason Kidd o Steve Nash, que apenas colgaron las botas asomaron la cabeza por el cuerpo técnico de alguna franquicia. No es el caso de Chris Bosh, que desde la retirada a la que le obligaron sus problemas de salud ha preferido tomar distancia con respecto al juego. Han tenido que pasar caso cinco años desde su adiós para que el futuro miembro del Salón de la Fama admita que deja la puerta abierta a ese mundo. «Un día, cuando realmente tenga tiempo, consideraré seriamente ese tipo de cosas. Cuando llegue el momento correcto».
Lo que priva a Bosh del tiempo que menciona son sus cinco hijos, que van de los cinco a los doce años. «No quiero cerrarme puertas. Pero ahora mismo estoy totalmente centrado en ser padre y criar a mis niños». Al mencionar la posibilidad de entrenar algún día, el ex de Miami Heat no podía evitar reírse recordando a Udonis Haslem diciéndole que no pintaba nada siendo entrenador después de su carrera. El veterano pívot hace tiempo que es más mentor que jugador, y sería raro no verle en este tipo de rol.
De todas formas, Bosh ya tiene su propio quinteto al que dirige junto a su esposa Adrienne. Además, él mismo dice que ya ha pasado por procesos similares al de ser técnico escribiendo su libro Letters to a Young Athlete, en el que proporciona pautas para afrontar las primeras etapas de la vida deportiva profesional y ofrecer consejos a quien todavía lo ve desde lejos. «Ser capaz de transmitir mis ideas y, aún más importante, ayudar a los deportistas jóvenes o a quien sea. Eso es lo que intento conseguir ahora mismo» declara Bosh para Sun-Sentinel. «Quiero motivar a todas las generaciones presentes y venideras».
(Fotografía de portada de Lachlan Cunningham/Getty Images)