Sólo es el tercer espada en anotación, su relación con LeBron James no es buena, lo tienen exclusivamente en la esquina para lanzar triples, y un largo etcétera de rumores sin confirmar que podría haber esgrimido Kevin Love en su momento para incumplir la promesa que hizo cuando aceptó ir a Cleveland a cambio de Andrew Wiggins: la de firmar un contrato de larga duración con los Cavaliers.
Al runrún ponía punto y final en la primera línea del prólogo; 24 horas de agencia libre y Love ya había estampado el garabato: cinco años y 110 millones de dólares.
Para el ala-pívot, a diferencia del laberinto negociador que distrajo a la prensa, fue una decisión muy fácil que no le costó tomar más allá de una breve reflexión.
Tres condiciones cumplidas
Así lo ha explicado el propio jugador al programa de radio Mike & Mike. «Cuando firmé tuve en cuenta tres cosas: que fuera feliz, que pudiera ganar y que fuera bien remunerado. Si puedes tener esas tres cosas, tomar la decisión es pan comido, y siempre tuve claro seguir en Cleveland. Aquí tengo la posibilildad de ganar el campeonato cada año, soy feliz ganando (partidos) y me pagan por jugar a lo que más me gusta, así que cumpliendo esas tres variables, fue una decisión muy sencilla».
Preguntado inmediatamente por no ser «ese jugador franquicia» que era en los Timberwolves, y teniendo por delante a dos referencias ofensivas como James e Irving, el de Santa Mónica tampoco ve un obstáculo en eso. «La parte importante de esto es como íbamos a compenetrarnos en Playoffs. Durante la temporada regular, ganamos la mayor parte de los 30 últimos partidos, jugando un nivel muy muy alto… creo que este año podemos hacer algo importante, si tenemos un poco de suerte y no nos afectan las lesiones».
Durante su único año en los Cavs, Love, quien lógicamente ha bajado plausiblemente sus números de Minnesota, ha promediado 16,4 puntos, 9,7 rebotes y 2,2 asistencias en casi 34 minutos de juego.