Alex Caruso: «Algunos jugadores se quedan estancados en la G-League porque no entienden su rol»

Muchos de los jugadores que logran una plaza en la NBA han recorrido un camino muy similar hasta completar dicho salto: desde sus primeros pasos en el instituto hasta su último año en el baloncesto universitario se han erigido como la gran estrella de su equipo o, al menos, como una segunda espada de auténtico lujo.

Ya sea por la ambición, el ego o unas expectativas engordadas desde el entorno, algunos de ellos no son capaces después de asumir un papel mucho más concreto y menos estelar. En la NBA, las verdaderas estrellas se cuentan con los dedos de las manos y son muchos los que deben explotar sus principales virtudes y dirigir su talento hacia un rol bien definido. Algunos aceptan esta transformación sin mayores problemas. Otros no la encajan del todo bien.

Esa incapacidad para aceptar un perfil menor es algo que Alex Caruso y J.J. Redick, dos jugadores que adaptaron y ajustaron su juego para encajar como jugadores de rol en la NBA, discutieron en el podcast ‘The Old Man And The Three’. Tras no ser elegido en el draft de 2016, Caruso vistió durante una temporada la camiseta de los Oklahoma City Blue de la Liga de Desarrollo. Allí coincidió con el general manager Sam Presti, quien le ayudó a comprender que si quería ganarse un puesto en la NBA, debería incidir en su tarjeta de presentación: defender más y mejor al mayor número de jugadores posible.

«Una gran razón por la que los muchachos se quedan estancados en la G-League es porque no se dan cuenta del puesto por el que se están probando. No entienden su rol. Es como ir a una entrevista de trabajo pensando que vas a ser el director financiero de la empresa y están buscando a alguien que limpie los baños.»

El propio Caruso demostró en la Liga de Desarrollo que sus virtudes defensivas tenían cabida en la NBA. Tras desarrollar su juego despertó el interés de Los Angeles Lakers, quienes apostaron en primera instancia por él bajo un contrato dual. El de Texas siguió trabajando y confirmó que encajaba precisamente en aquel papel que le presuponían: defensa, entrega y energía desde la segunda unidad. Así confirmó su ascenso en la NBA hasta el punto de jugar muchos de los minutos claves de las Finales de 2020, en las que la franquicia angelina se alzó con el anillo.

En efecto, la NBA puede ser vista como una evolución piramidal. Muchos son los que apuntan al vértice más alto pero muy pocos los que lo coronan. Así, deben asumir cuanto antes esta realidad para mantener un status más humilde (y, a su vez, muy valioso) que sirva a un equipo para alcanzar sus objetivos. El éxito no es sinónimo exclusivo de estrellato o números desorbitados.

(Fotografía de portada de Douglas P. DeFelice/Getty Images)


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