Andre Roberson se ha tomado muy en serio a Albert Einstein cuando éste dijo que si buscamos resultados distintos, no hagamos siempre lo mismo.
Cuatro temporadas y un porcentaje de efectividad inferior al 50% en lanzamientos desde la línea de personal —marca especialmente terrible por tratarse de un alero y no del clásico siete pies del Club Gepetto Brothers— ha sido más que suficiente para que el forward de los Thunder intentase algo distinto. Su último curso ha sido especialmente detonante: un indigesto 42,3%.
Por el diario The Oklahoman, sabemos que Roberson ha hecho lo que estaba en su mano por revertir esta situación. En sus manos, mejor dicho. Porque lo que ha probado, para ver si mejoraba la cosa, era el, tan mítico como revolucionario, método patentado por Rick Barry: «el tiro de cuchara».
Roberson nos resume su fracaso. «Lo he estado intentando en los entrenamientos. Pero no funciona. Lo siento».
Que no funciona significa, inherentemente, que encesta menos de la mitad de lo que tira. El margen de mejora era amplio y aún así ha resultado insuficiente. Pero ya nadie podrá acusarle de no haberlo intentado. Si bien querer es poder, a veces, aún aplicando Eistein, no es suficiente. Tocará seguir intentándolo a la antigua usanza.
Y algún día, quizás, vuelva para quedarse su versión de Las Finales de Conferencia de 2016.