Cada semana que pasa, Andrew Wiggins facilita un puñado de razones más para desacreditar a quienes no compartían que tuviera que ser número 1 del pasado Draft.
Anoche, en el choque que los Timberwolves ganaron ante los Nuggets (105-113), el escolta, de 19 años, presentó su mejor exposición de talento hasta la fecha en la NBA: 31 puntos en la mochila, plusmarca productora para el jugador hasta la fecha.
Aunque su éxtasis particular no quedó limitado a superar la treintena por primera vez en su carrera –su récord anterior era de 29 tantos–. Su atino en los lanzamientos fue del 64 por ciento en total y del 80 –4 de 5– desde el triple. Ha afinado muy mucho sus miras.
También se desmarcó totalmente en el resto de estadísticas, las de equipo, cogiendo 9 rebotes, dando 4 asistencias y poniendo 3 tapones.
40 minutos de juego con todo eso detrás y habiendo cometido nada más que 2 pérdidas.
El despertar de enero
Gracias a su soberbio destape, los Wolves consiguieron ganar su segundo partido de los últimos tres y dejar atrás la sombra cadavérica del peor récord de la liga, que sigue en tierra de los Knicks (5-36).
Wiggins narra así un nuevo capítulo de un mes de enero de escándalo para sí, en el que promedia 22,0 puntos, 5,7 rebotes y 3,1 asistencias. Su peor anotación fueron 17 puntos –el sábado ante los Suns–, pero no es que se haya animado más que demasiado con el aro, ya que sus porcentajes de tiro en el nuevo año son de 50 por ciento en total y 44 en triples.
Con los astros de su lado para ser un talento indomable en la NBA, Wiggins ya comienza a dejar preludios de lo que será su reinado. Y todavía queda la mitad de la temporada. El Rookie of the Year, cada vez más, parece que tendrá billete a Minnesota en junio.
