Cinco temporadas y una sola presencia en playoffs es un bagaje que no hace justicia a uno de los mayores talentos que ha visto la NBA. Anthony Davis –la ceja de la liga–, sigue rindiendo a un nivel que le sitúa como eterno All-Star y que amenaza día a día con colarle en la historia, al menos a título individual.
Porque en pista es casi imparable, algo que volvió a demostrar en el último partido contra New York Knicks. Fueron 50 minutos de espectáculo, 50 minutos en los que fue capaz de firmar 48 puntos, 17 rebotes, 4 robos y 3 tapones. Suena bien, pero mejor lo hace al ver como ningún jugador ha alcanzado esa combinación desde que la ABA y la NBA se fusionaron.
Lo más sorprendente de sus números, y ya no hablamos de un partido en concreto, es que no se han visto disminuidos por compartir espacio con DerMarcus Cousins. Con apenas un punto y un rebote menos por partido respecto al curso 2016-17, Davis ha dado un salto en eficiencia ofensiva que se traduce en los mejores porcentajes de su carrera: 56,6% en tiros de campo, 36,1% en triples y 81,9% en tiros libres.
Tras O’Neal
Aún en este punto hay quien puede tener dudas sobre su puesto en la élite, pero van a disiparse en un instante. Con el partido disputado ante los neyorquinos, Davis acumula cinco en su carrera firmando al menos 45 puntos y 15 rebotes. El único jugador que le supera en ese aspecto desde la fusión de la ABA y la NBA es Shaquille O’Neal con siete. Palabras mayores.