Era su época de instituto. Por aquel entonces, Kevin Durant aún era un chaval muy delgado, con muy poca masa muscular y se caracterizaba por llevar la timidez por bandera. Su potencial era algo evidente con solamente observarle durante unos minutos, pero esa falta de ímpetu hacía que tuviera que espabilar de alguna manera.
NaVorro Bowman, linebacker en los San Francisco 49ers, jugaba en el equipo del colegio Drew Freeman de Maryland —de donde también procede Durant— en aquella época, y ha contado que él tuvo que ejercer de estímulo psicológico para lograr que el alero de los Warriors fuese más agresivo en todas y cada una de sus acciones en cancha.
“¿Os podéis creer que teníamos que decirle incluso que lanzase a canasta?”, comenzó explicando Bowman en palabras recogidas por NBC Sports. “De veras, teníamos que decírselo directamente. Éramos conscientes de que él podía hacerlo y ser cada vez un mejor jugador. Con todo lo alto que era, cualquiera hubiera estado en el poste o al menos en la pintura. Él se salía de ahí y se iba a los lados. Se podía ver su talento. Luego, como hemos visto, ha crecido y se ha convertido en un jugador enorme”.
La historia contada por Durant
Preguntado al respecto, Durant respondió con una sonrisa y una explicación sencilla: todo lo que él buscaba era crear oportunidades de juego para el resto de sus compañeros. Nada de protagonismos individuales.
“Simplemente quería agradar a mis compañeros, así que dejaba pasar un lanzamiento para que alguien también tuviera su oportunidad. Siempre fui así y me costaba ser agresivo. Pero ya digo que me gustaba más ayudar a mis compañeros, intentando que se sintieran cómodos. Cuando éramos pequeños, NaVorro, como líder que ya era, supo ver que tenía talento y me dijo: ‘Sal ahí y juega’. En la infancia lo que necesitas es eso. Necesitas tener esa validación por parte de tus compañeros. Las palabras de NaVorro significaron mucho”, explicó Durant.