Ni un esguince en los ligamentos de su rodilla iba a pararle anoche.
Dwight Howard, echándose responsabilidades a la espalda, decidió jugar ante los Warriors e intentar ayudar a su equipo, a pesar de tener esas fuertes molestias y de que su esfuerzo finalmente no tuviera el resultado que él hubiera deseado.
“No hay nada más que se pueda decir. Se jugó el cuello [por el equipo]. Simplemente no hay nada que se le pueda decir. Jugó bien, realmente bien”, expresaba Kevin McHale, orgulloso del pundonor de su jugador.
El pívot acabó jugando 40 minutos, en los que tuvo una gran contribución: 19 puntos y 17 rebotes. Howard había estado calentando con intensidad 15 minutos antes del partido y fue ahí cuando le comunicó al equipo que iba a jugar.
“Traté de jugar lo más duro que pude”, dijo Howard. “No pensé en ello [mi lesión]. Vamos a ver cómo estoy mañana. He salido ahí y ayudé a mis compañeros en todo lo que pude a pesar de lo sucedido con mi rodilla”.