En septiembre del año pasado los Milwaukee Bucks decían adiós a la temporada con un inevitable sentimiento de frustración. Su enfrentamiento con Miami en semifinales de conferencia habían vuelto a desnudar los defectos ofensivos del equipo, incapaz de recuperarse tras la lesión de Giannis Antetokounmpo en el cuarto partido. Boby Portis lo había visto todo y con la agencia libre en marcha llamó desesperadamente al griego para asegurarle que su presencia en el equipo les ayudaría a dar carpetazo a sus errores. Giannis confió en su palabra con su acostumbrada buena fe e imploró a la gerencia que le echasen un vistazo a Portis. Doce meses y un anillo de campeón después, el pívot lo tiene claro. «He encontrado la felicidad. Un lugar donde ser yo mismo» sentencia en su charla con Shams Charania para The Athletic.
Bobby siempre ha sido señalado por su controversial carácter, el cual le llevó a enzarzarse con Nikola Mirotic cuando compartían vestuario en Chicago. Episodio que marcó los inicios de su carrera con fuego. Desde entonces, el pívot siempre ha sumado positivamente a los equipos cuya camiseta se ha enfundado, pero no ha sido hasta este año donde ha convertido su carácter en una verdadera ventaja competitiva y una fuente de carisma infinito para los aficionados de los Bucks.
Viendo su rendimiento en playoffs, muchas franquicias se han interesado por él. Entre ellas Dallas o Miami. Pero ahora era Giannis el que le devolvía la llamada para convencerle de que lo mejor era que continuase en Milwaukee. Aunque eso Portis ya lo sabía pese a declinar su opción como jugador. «Es un líder increíble. Te hace sentir que eres su familia».
Finalmente, el pívot firmó por dos temporadas a razón de 9 millones de dólares en total. Seguramente renunciando a una cantidad algo mayor, sobre todo en el caso de Mavericks. Nada comparado con lo que significa encontrar un verdadero hogar para un jugador hasta hace poco fugitivo.
(Fotografía de portada de Patrick McDermott/Getty Images)