Devin Booker apareció la pasada temporada como un soplo de aire fresco en el desierto de Arizona. Número 13 del draft 2015, el escolta de Kentucky comenzó la campaña de manera discreta –promedió 4,5 puntos en noviembre y 7.5 en diciembre- pero la acabó como un tiro –se fue a los 22,4 puntos en marzo– despejando cualquier duda en los Suns, que le ven ya como una de las piezas que deben devolver a la franquicia a la elite del Oeste.
Esa visión es totalmente correspondida por el escolta, quien ya vaticina un futuro en el que luchar por el anillo en Phoenix, donde le gustaría dejar su legado.
«Me encanta Phoenix y quiero ser uno de esos chicos que son drafteados por un equipo y pasan allí toda su carrera. Ya sabes, viven todo alrededor de la franquicia y acaban recibiendo tanto amor como si fuesen el alcalde… La gente aún lleva aquí camisetas de Steve Nash. Es justo lo que quiero llegar a ser», expresa a Slam.
Cuestionado sobre sus metas personales, Booker tiene claro que ponerse techo sólo puede frenar su progresión, por lo que prefiere aspirar a todo con la intención de llegar a ser el mejor jugador posible.
«Si no quieres ganar campeonato, ser el mejor jugador de la NBA o ser un futuro MVP, no le veo sentido alguno a jugar. Siempre he tenido esa naturaleza competitiva por ser el mejor en todo lo que hago. Quiero pasar a la historia como uno de los grandes».
Con los pies en el suelo
La pasada temporada la concluyó como miembro del mejor equipo de novatos; sin embargo, asegura que sólo se trata de un primer paso y que el verdadero trabajo llega ahora. «Estoy en el camino correcto, pero hay muchos chicos que entraron en ese primer equipo de rookies y luego desaparecieron. Así que sólo se trata de una motivación para seguir mejorando para cumplir objetivos más importantes».