En Boston, durante 45 minutos, Russell Westbrook estuvo a su espléndido nivel habitual en esta temporada. Ya había acumulado su 14º triple-doble de la temporada y alcanzado los 30 puntos. Eso sí, no era suficiente. Los Celtics exigían aún más del base de Oklahoma City para darle la victoria a su equipo. Y Westbrook cumplió, con un final sublime que acabó con el triunfo de los Thunder por 112-117.
Unos C’s mejorados
Hasta entonces, el partido había sido igualado, con unos Celtics que ganan enteros cuando sus dos All-Stars, Isaiah Thomas y Al Horford, hacen coincidir sus momentos de salud. El base acabó con 34 puntos y 10 asistencias, mientras que el pívot dominicano aportó 23 puntos y 6 rebotes. Ambos fueron clave para que los Celtics mantuvieran el control del partido en la primera mitad.
Por Oklahoma City, Russell Westbrook volvía a encontrarse a un debutante como su mejor compañero. Si Alex Abrines lo fue dos días atrás ante los Pelicans, Domantas Sabonis firmaba en Boston su mejor partido en la NBA. El jugador lituano mantuvo en el partido a los Thunder con 17 de sus 20 puntos antes del descanso (todos sin fallo en la primera mitad).
Entrando en ebullición
Pero, a partir de ahí, Russell Westbrook tomó el control. Oklahoma City se adelantaba en el tercer cuarto gracias al base, que ya rozaba para entonces el triple-doble. Al inicio del último cuarto, el base conseguiría lo que ya parece un trámite estadístico, pero para entonces los Celtics apretaban con fuerza con un desatado Isaiah Thomas.
Sin arrugarse ante el reto que tenía enfrente, el All-Star más bajito de la historia (igualado con Calvin Murphy) ponía por delante a los Celtics acercándose a los minutos finales. La inercia y el factor cancha a favor parecían colocar a Boston con todo de cara para ganar el partido. Pero el factor Westbrook acabó pesando demasiado.
Tres minutos de gloria
En los últimos tres minutos, Westbrook se bastó para anotar 15 de sus 45 puntos (a lo que añadió 11 puntos y 11 rebotes). Una barbaridad imparable para Boston, incapaz de evitar sus entradas a canastas o de forzar todavía más unos triples que milagrosamente acabarían entrando. No había más que frustrarse en el peor de los casos, y admirarlo en el mejor. Si Westbrook acaba ganando el MVP, su capacidad para decidir partidos tendrán tanta culpa como sus triples-dobles.