«Phil Jackson estaba dispuesto a traspasarme por una bolsa de patatas», resume Carmelo Anthony (en una entrevista al New York Times) cómo vivió el comienzo del fin de sus días en New York. En los últimos días de mercado de la pasada temporada, el ya expresidente de los Knicks intensificó las conversaciones para sacar al hijo prodigio de la ciudad a otro equipo. No lo consiguió, pero aquello fue la semilla para que toda la organización comprendiese que Carmelo tenía que salir para iniciar una reconstrucción.
Sin catar playoffs desde 2013 —cuatro temporadas completas— y con uno de los mejores jugadores de la competición a bordo, el contexto en los Knicks clamaba por el traspaso. «Era tenso. Una situación muy tensa. Fue un desafío desde un punto de vista mental salir y jugar a un alto nivel así. Tratar de bloquear todo lo de fuera. Realmente me hizo entender quién soy. Lo mucho que puedo gestionar como persona, mental, física y emocionalmente. De alguna manera, pasé por aquello», reconoce Anthony al diario The Oklahoman, describiendo su abstracción de aquella creciente atmósfera en New York.
Inicio con Jackson, en 2014
Cuando el ahora jugador de los Thunder renovó sus votos en la Gran Manzana como agente libre (verano 2014), no imaginaba un descarrilamiento tal en su relación con Phil Jackson. «Cuando volví, quería estar en New York y creía en Phil», continúa Carmelo. Sin embargo, ya «el año pasado la cosa tornó como que estaban tratando de que me fuera. No había apoyo de la organización», añade Anthony.
Con el cambio de Phil Jackson por Steve Mills y Scott Perry al timón de la franquicia, «antes pedían cacahuetes por mí y después un filete», ironizaba el jugador sobre las negociaciones de New York con Houston y Cleveland que este verano no terminaron de certificarse. Finalmente, los Thunder aprovecharon la falta de concordia general y se hicieron con el traspaso de un Carmelo Anthony que debuta como jugador de Oklahoma este jueves, precisamente, ante los Knicks. Casualidades tiene la vida, la NBA no.