Después de que un aterrador coágulo de sangre en el pulmón tumbase su temporada 2014-15 en febrero –desactivando cualquier opción de los Miami Heat en los Playoffs–, Chris Bosh volverá a jugar un partido oficial NBA esta noche, tras nueve meses sin hacerlo.
De manera precisa, el ala-pívot de los Heat puso su particular punto y aparte con la regular season el pasado 11 de febrero, por lo que su reingreso de esta noche, ante los Charlotte Hornets, supone la necesaria continuación de uno de los mejores interiores de la NBA.
Y hay que otorgar el mérito que merece a la vuelta de Bosh. Con molestias de salud tan peligrosas como difíciles de prever como es un coágulo en los pulmones, solo conseguir una vida afable después del hospital puede considerarse un triunfo. Infinitamente más, claro, estar de vuelta en las mejores canchas de baloncesto del mundo tras casi nueve meses.
«Fue probablemente mi training camp más feliz desde que estoy en la liga. Solo estar junto a los jugadores, los chicos, los entrenadores… Estoy orgulloso de solamente valorar cada momento que se me ha dado, de veras, con toda esta situación. Es volver a la normalidad. Estoy emocionado», alegó el jugador en declaraciones recogidas por Yahoo! Sports.
Por todo ello, hay que enjuiciar el regreso de Bosh por encima del banal hecho de haber estado fuera unos meses. Es preciso entender que ha superado un problema grave de salud y está de vuelta en una de las competiciones más esclavas del mundo en lo físico.
