A 9 de enero, es aventurado decir que un partido ha enfrentado a los dos mejores equipos de la NBA. Pero si ese no fue el caso en el Cavaliers-Thunder, desde luego lo pareció bastante. Los líderes de sus respectivas conferencias ofrecieron en el Rocket Mortgage Fieldhouse un partido con un nivel más propio de la postemporada que de la liga regular, un duelo que cayó del lado de los de Cleveland por 129-122 y les permite seguir convenciendo a quienes dudan de sus posibilidades de que están capacitados para llegar hasta lo más alto.
Dominio interior
Chet Holmgren se ha perdido los últimos 26 partidos, pero este fue prácticamente el primero en el que los Thunder lo echaron de verdad de menos. Ante un juego interior tan poderoso como el que conforman Evan Mobley y Jarrett Allen, los de Daigneault fueron incapaces de sobrevivir con Hartenstein como único interior y Jaylin y Kenrich Williams como parches, lo que les generó problemas a la hora a la hora de contener a su rival en la pintura. Problemas que a la postre acabaron costándoles el partido.
Allen y Mobley fueron de hecho los máximos anotadores locales con 25 y 21 puntos respectivamente, dominando tanto cuando compartían pista como cuando ejercían de único interior. Juntos, se combinaron a la perfección para mover a la defensa y encontrarse mutuamente bajo el aro; por separado, usaron su dominio para ganar balones cerca de la canasta y su gravedad para distribuirlos a compañeros abiertos como Max Strus. Y en general, cargaron el rebote de manera incansable para regalar un importante número de segundas oportunidades.
Esto fue fundamental en el último cuarto, en el que Cleveland sumó 5 rebotes en ataque que ayudaron a sumar algunas canastas clave. Así, a pesar de que Donovan Mitchell no tuvo su noche más acertada (3/16) y Darius Garland aun con su gran tercer cuarto estuvo intermitente, el cuadro de Atkinson supo encontrar armas para imponerse a la mejor defensa de la liga. Y en el otro aro, las tuvo también para frenar a un claro candidato a MVP.
Problemas ante la zona
Shai Gilgeous-Alexander, con 31 tantos, fue el máximo anotador del choque, pero no tuvo ni mucho menos una noche fácil. El base, que se quedó en un 13/27 en tiros de campo, tuvo que vérselas en algún momento u otro con prácticamente cada jugador local que salió a la pista, obligándole continuamente a cambiar su forma de abordar la ofensiva para que no pudiera entrar nunca en ritmo. Y en concreto, la marca que más pareció funcionar fue la defensa en zona.
Cleveland apostó por ella a ratos, pero fue en el último cuarto cuando esta apuesta se hizo más decidida y cuando dio mejores resultados. Después de un tercer cuarto caótico en el que un sensacional Jalen Williams llevó a OKC a anotar 43 puntos, los locales apostaron por bajar las revoluciones al choque, usando una 2-3 con la que imponer un ritmo más lento y contener a unos Thunder que se estaban creciendo a la carrera. Y funcionó.
Tanto Shai como Jalen empezaron a tener más problemas para llegar a sus zonas de confort, lo que frenó la fluidez ofensiva de los visitantes y, sumado al poderío interior, terminó de decantar la balanza a favor de los de Ohio. Así, tras un choque que tuvo 30 cambios de líder en el marcador, fueron estos pequeños detalles los que acabaron alzando a lo más alto a unos Cavs que siguen estando al frente de la NBA. De donde nadie ha podido sacarlos este año y, ¿de donde nadie podrá?
(Fotografía de portada: Ken Blaze-Imagn Images)