Firmar el mejor inicio de la historia de la franquicia no ha servido para saciar del todo el hambre de los Cavaliers. De hecho, por el contrario, parece haberles abierto el apetito aún más. Los de Ohio se han consagrado como el mejor equipo de este inicio de curso no solo por colocarse con un balance de 10-0, sino por hacerlo de forma absolutamente demoledora al derrotar a los Golden State Warriors por 137-116, un resultado que, si bien ya es abultado de por sí, se queda muy pequeño a la hora de reflejar lo que se vio sobre el parqué del Rocket Mortgage FieldHouse.
Y es que, por osado que suene decir algo así, la primera parte aspira a ser una de las mayores palizas que se hayan presenciado en la liga en apenas 24 minutos. Los Cavaliers mandaban al descanso por un 83-42 que no es que hable por sí solo, es que se construye a sí mismo un altar desde el que lanzar su discurso. 41 puntos separaron a un equipo y otro tras dos cuartos de baloncesto, o más bien dos cuartos en los que unos jugaron al baloncesto y otros fueron víctima de él. Una dinámica que empezó a dibujarse desde muy pronto.
Salida demoledora
Pese a que este era a priori un choque entre dos de los equipos más en forma de la liga, esta igualdad teórica nunca existió en la pista. Los de Kenny Atkinson arrancaron con un parcial de 15-2 de salida que marcó las distancias en apenas 3 minutos, dando lugar a una distancia que, como se vería más tarde, solo estaba empezando a abrirse. Esta llegó a ser de 20 tantos antes de que terminara el primer cuarto (39-19), alcanzó los 30 mediado el segundo cuarto (60-30) y continuó creciendo más aún hasta que, con la canasta de Darius Garland que cerró la primera mitad, superó las cuatro decenas y alcanzó límites que ni un hijo entre el más optimista de los locales y el más pesimista de los visitantes habría podido concebir. Unos 41 puntos que, por supuesto, dejaban más que decidido el ganador del choque cuando aún quedaba la mitad por jugarse.
Llegado a ese punto, Steve Kerr pareció decidir que lo mejor que podía hacer era sacar la bandera blanca y dar descanso a sus hombres importantes. El técnico mandó a la segunda unidad a la pista a mediados del tercer cuarto y no dejó que ninguno de sus titulares jugara más de 23 minutos, optando por reservar fuerzas para otra noche después de haber sido completamente aplastados.
Con esta victoria, Cleveland se convierte en el 14º equipo en la historia en dar comienzo a una liga regular con 10 victorias consecutivas, algo que en el siglo XXI solo habían logrado los Warriors de la 2015-16 y los Mavericks de la 2002-03. Y ahora, tras infringir semejante paliza a un equipo que solo había perdido un partido hasta la fecha, es inevitable preguntarse hasta dónde puede alargarse esta racha. Los siguientes en medirse a los de Ohio serán Brooklyn y Chicago, a priori dos equipos a los que deberían vencer, y luego llegarán unos 76ers plagados de dudas y de bajas. ¿Será alguno de ellos capaz de frenar al equipo más en forma de la competición?
(Fotografía de portada: Jason Miller/Getty Images)