Dallas golpea primero en Minnesota

Los Dallas Mavericks no sabían lo que era ganar un Game 1 con Jason Kidd de entrenador. Y lo han aprendido en el mejor escenario posible.

El conjunto texano se ha llevado el primer choque de las Finales del Oeste por un ajustado 105-108, tomando la delantera y haciéndose con el factor cancha nada más arrancar la eliminatoria. Tras un choque apretadísimo que vivió 14 cambios de líder y que nunca llegó a contar con diferencias de dobles dígitos en el marcador, los visitantes acabaron encontrando más recursos en el clutch para asestar el primer golpe, que los deja a tres victorias de regresar a unas Finales de la NBA.

No triples, no problem

Los Mavs lograron imponerse a pesar de tener una noche muy desacertada en el tiro exterior, aspecto en el que terminaron con un 6/25. Tras ver el daño que habían hecho P.J. Washington y Derrick Jones Jr. a los Thunder, Minnesota optó por no alargar las ayudas de los aleros y evitar que ambos pudieran recibir con espacio en las esquinas, lo que llevó a Dallas a intentar pocos triples y a convertir aún menos. Doncic, con un 3/10, siguió con los habituales problemas de esta postemporada en este aspecto, y sus compañeros pusieron poco remedio a una situación que fue radicalmente opuesta en el aro rival.

Minnesota, por el contrario, probó más fortuna desde el perímetro que en cualquier otra noche de playoffs, con 49 intentos de los que 18, un 36,7%, vieron aro. Con la defensa de Dallas muy centrada en evitar que Anthony Edwards entrara en juego, hubo espacios desde el inicio para los secundarios, espacios que nadie aprovechó mejor que un Jade McDaniels que llega con los ánimos renovados tras la serie ante Denver. Con 19 de sus 24 tantos en la primera parte gracias a un 5/6 en triples, el alero se encargó de comandar los mejores tramos de los de Finch gracias a su impacto en los dos aros, algo con lo que sin embargo dio la sensación de que los Mavericks estaban dispuestos a vivir.

Los texanos tenían claro que las armas realmente peligrosas eran otras, y mantuvieron su atención sobre un Anthony Edwards que no pasó de los 19 puntos tras su 6/16 en tiros de campo. El escolta, siempre presionado por Washington o Jones y con los interiores alerta para ayudar, tuvo imposible llegar a la pintura visitante, y de hecho fue casi incapaz de anotar también desde la media distancia. Su acierto exterior le ayudó a no desaparecer por completo, pero en general la defensa logró que esta vez Antman fuera pequeño de verdad.

Pero si la falta de triples no fue un problema para Dallas fue sobre todo por su capacidad para atacar la zona. Desde las internadas de Kyrie Irving, sensacional atacando el aro en una primera parte en la que anotó 24 de sus 30 tantos, hasta la capacidad de Doncic para empujar a su defensor hacia dentro a cámara lenta, sin olvidar la amenaza vertical de Gafford o Lively cada vez que Gobert salía a la ayuda. Los recursos para sumar cerca de canasta fueron infinitos y gracias a ellos llegaron 62 puntos visitantes en la pintura, que sirvieron para mantener vivo el duelo a medida que el acierto exterior de los locales disminuía y que Luka iba sacando su versión más dominante.

Doncic nunca llega tarde

Ni pronto. Llega exactamente cuando se lo propone. Y esta vez, se propuso aparecer en el último cuarto.

Su actuación hasta el momento no pasaba de discreta para sus estándares. Desacertado en el tiro y apático en defensa, acumulaba algunos buenos pases y sumaba 19 tantos porque anotaría hasta sin brazos. Pero su impacto no terminaba de estar ahí. Pero llegó la hora de la verdad y la cosa cambió.

Primero fueron dos tiros de media distancia, de esos que Gobert le estaba concediendo en la defensa del bloqueo directo, y luego llegó un triple de esos que se le llevaban saliendo toda la noche. Y ahí se abrió el tarro de las esencias. Tras un par de fallos que permitieron a Minnesota ponerse 102-98 arriba, fue él quien recortó distancias con un nuevo triple, fue él quien robó el balón que llevó a que Washington pusiera a Dallas por delante, y fue él quien, otra vez desde la media distancia, cerrara el parcial de 0-8 que valió medio partido. Porque a partir de ahí, solo fue cuestión de cerrarlo desde el tiro libre.

Su cambio de actitud con la llegada del tramo final fue notable incluso en defensa, aspecto en el que se le vio más activo en el uno contra uno, llegando a meter manos, e incluso anticipándose a las intenciones rivales para cortar un alley-oop a Gobert. Mejor rodeado que nunca en este sentido, no necesita ser diferencial para bien en este lado de la pista, le basta con no serlo para mal, pero si encima es capaz de sumar un par de jugadas ganadoras que luego remata en ataque, pues mejor que mejor para los suyos. Y en estos playoffs lleva ya unas cuantas.

Con todo, si algo ha aprendido Dallas de tantas series consecutivas sin ganar un Game 1, es que darle la vuelta a esta situación es de todo menos imposible. Y Minnesota, que viene de remontar un 3-2 con un Game 7 en casa de los vigentes campeones, lo sabe mejor que nadie. Esto solo ha empezado, y aunque el primer puñetazo siempre pilla desprevenido, no deja de ser simplemente el primero.

(Fotografía de portada: David Berding/Getty Images)


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