Dallas Mavericks, campeón de la NBA

  • Heat 95 Mavericks 105
  • Dallas escribió anoche el epílogo de una de esas historias que reconcilian con la vida. 2.524 partidos de la NBA después, Jason Kidd y Dirk Nowitzki conquistan el anillo de campeones. Embajadores eternos del baloncesto de la vieja escuela, su triunfo supone un homenaje al deporte más bello del mundo. Ántítesis de la filosofía Big Three con la que Miami trató de reconquistar la Liga, los Mavericks ejemplifican a la perfección el espíritu de equipo. Rick Carlisle ha conjuntado un roster capaz de aunar la mejor defensa imaginable con el talento incontenible y la disciplina de la lógica en ataque. Su baloncesto rozó la perfección contra los Lakers y superó todas las previsiones en la final ante Heat. Si el temido lockout aborta la NBA durante meses, siempre nos quedarán los Dallas Mavericks. Una bellísima historia con final feliz.

    A la conclusión del partido, Dirk Nowitzki desapareció de la pista. Desbordado por la emoción, enfiló el tunel de vestuarios adentrándose en las entrañas del American Airlines Arena con lágrimas en los ojos. Desde su rinconcito celestial, y estrenando pajarita azul para la ocasión, Andrés Montes debió alegrarse profundamente por Robin Hood. El infalible tirador alemán, probablemente el mejor jugador europeo en la historia de la NBA, encontró por fin la recompensa a tantos años de trabajo en silencio, de sacrificio sin títulos, de tiros académicos sin gloria. Todavía inmerso en el shock emocional, regresó al parket para enfundarse gorra y camiseta de campeón. Minutos después, el legendario Bill Russell le entregaba el MVP de las Finales. Nowitzki deja para el recuerdo unos Playoffs de vértigo. 28 puntos y 8 rebotes por partido con un 51% en tiros de tres y un 49% en tiros de campo. Dentro de veinte años, su game winner en el segundo partido será recordado al mismo nivel que la suspensión divina de Michael Jordan en Utah tras destrozar a Bryon Rusell o el Junior Sky Hook de Magic Johnson ante Celtics.

    Mark Cuban, propietario de la franquicia y uno de los artífices del éxito tejano, protagonizó uno de los gestos de la madrugada. El carismático ejecutivo de Dallas quiso que Donald Carter, fundador de los Mavericks y presidente honorífico, recogiera el trofeo Larry O’Brien acompañado de su esposa. Es sólo una muestra de la ejemplar familia en la que Cuban ha convertido a los Mavs. Con la inestimable ayuda de Rick Carlisle, eso sí. El entrenador nacido en Ogdensburg, NY, que ya fue campeón como jugador con los Boston Celtics, ha realizado una labor insuperable en la dirección. Trabajo de equipo, defensa de manual, gran gestión de grupo e inteligente utilización de los recursos y talento ofensivo. El triunfo de la pizarra y la psicología de un lider. «Este es un auténtico equipo. De la vieja escuela. No corremos demasiado rápido ni saltamos tan alto como otros. Pero mis jugadores han estado unidos. Confiando en nuestro estilo. Siempre tomando la decisión correcta. Por eso somos campeones«. Palabra de Carlisle. El entrenador de un equipo de leyenda: los Dallas Mavericks 2010/2011.


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