Los Mavericks se han quedado sin margen de error. La mala racha de resultados reciente ha hecho que todos los partidos que les restan sean finales; dicho de otra manera, cualquier derrota significa tragedia.
Así encaraban anoche su visita a Indiana. Tras sendas derrotas contra Charlotte, los de Jason Kidd no podían permitirse un nuevo tropiezo ante otro equipo que ya no se juega más que su orgullo. Horas antes del choque, recibieron la buena noticia de la disponibilidad de Luka Doncic, a quien la NBA retiró la última técnico recibida y el partido de sanción que acarreaba. Con ese impulso, batieron a los Pacers sin demasiados problemas por 104-127.
El esloveno firmó un partido en el que brilló la seriedad. Fueron 25 puntos, siete rebotes y seis asistencias, mientras no perdía un solo balón. Fue una anomalía, ya no porque él no perdiese la pelota, sino porque Kyrie Irving también dejó su cuenta en cero. Kidd terminó satisfecho con el rendimiento de Doncic.
«Eso es lo que hace. Es uno de los mejores jugadores de la liga encontrando a los compañeros y luego es capaz de encontrar sus posiciones, no solo una, sino varias veces», sentencia el técnico.
Irving por su parte aportó 16 puntos y 6 asistencias en una victoria vital para agarrarse a la pelea por playoffs en la Conferencia Oeste, ya que venían de sumar hasta cuatro derrotas consecutivas. Pese a ganar, los Mavs siguen siendo undécimos de su costa con 37-39; eso sí, mantienen viva la esperanza al quedarse a solo medio partido de los puestos de play-in.
(Fotografía de Dylan Buell/Getty Images)